'El mayor problema son los procesos de formación docente'

Con una aplicación que una de sus hijas le instaló en el teléfono celular, Leonardo Garnier cuenta los días, las horas y los minutos que le quedan para consolidar sus últimas reformas y recuperar su vida personal.

Días antes de dar inicio a su último curso lectivo, el miércoles 5 de febrero, 'el ministro de pelo largo' habló con La Nación sobre los momentos más difíciles de sus ochos años de gestión, sus logros más importantes y las tareas más difíciles que le quedarán a su sucesor.

Este es un extracto de esa conversación:

¿Qué le aportó un economista al MEP?Eso fue divertido. Al puro inicio, recuerdo una reunión que tuvimos en la facultad de Educación de la Universidad de Costa Rica, las caras de escepticismo de qué iba a venir a hacer un economista al MEP. La verdad, siempre me he considerado un economista poco economista. Cuando doy clases en la universidad, siempre les digo a mis estudiantes que aprendan toda la economía que puedan, pero que no se conviertan en economistas porque la vida social es mucho más compleja que eso. Una cosa que creo que siempre es útil es entender de finanzas porque uno tiene que ver mucho con el Ministerio de Hacienda y Planificación. Lo otro es que hay cierto entrenamiento hacia el planeamiento estratégico, hacia tener prioridades, hacia saber que uno tiene cierta cantidad de recursos, de tiempo, de dinero, de capital político y pienso que en eso la Economía y la Política van bien de la mano.Usted ha sido de las figuras del Gobierno más activas en redes sociales conmás de 15.000 tuits durante su gestión. ¿Cuánto tiempo le dedica cada día?La verdad, no sé, lo hago muy a ratitos; entro cinco minutos, leo lo que la gente puso, escribo, opino. Lo uso para dos o tres cosas muy distintas. La primera es muy del MEP, de plantear reformas, cosas que pasaron, alguna escuela nueva, es decir muy oficial. Lo uso para temas culturales y nacionales. Tuvimos una serie de recomendaciones de libros hace un tiempo y fue muy bonito.También lo uso para cosas personales: cuando pierde Saprissa, cuando gana ( ríe ), y cosas de esas. Tienen eso bonito, las redes sociales que es algo voluntario, así que de repente pasaron varios días sin entrar.Lo hace más accesible, también. ¿Tendrá eso algo que ver con su popularidad? Las redes probablemente son parte de eso, pero no solo las redes. Yo leo y contesto una infinidad de correos electrónicos. Probablemente la gente se imagina que uno solo se relaciona con los altos mandos o políticos, pero a mí por correo electrónico me escriben estudiantes, me escriben maestros, me escriben padres de familia, es una carga muy pesada. Recuerdo un día que me escribió una señora y decía: 'Probablemente no es usted el que está leyendo esto, sino un asistente'. Yo tuve que contestarle: 'Señora, es domingo, son las 11 de la noche y sí soy yo el que está contestando'.A veces calculaba si valía o no la pena. Si cada correo electrónico, cada tuit o mensaje de Facebook fuera una llamada telefónica, tomaría una infinidad de tiempo y si fuera una audiencia, sería imposible. Entonces, yo sí siento que puedo estar mucho más cerca de la gente. Lo otro, que no tiene que ver con redes sociales, es que no creo que en estos cargos uno tiene porqué sentirse como 'el ministro'. Digo, uno viene aquí un rato y se va. Yo creo que uno tiene que relacionarse con las personas comunes y corrientes.Está más cerca. ¿También está más expuesto?Ciertamente. Tal vez de las cosas más duras de este tipo de puesto, y creo que no vale quejarse porque uno está aquí voluntariamente, pero sí hay una pérdida de privacidad. Uno está en la fila del cine y de repente alguien llega a decirle, 'mire, yo tengo una sobrina que trabaja en el MEP...'. Es bonito porque mucha gente te saluda y te agradece. De vez en cuando alguien te dice una grosería, casi nunca.

¿Cuál diría fue el tropiezo más grande en estos ocho años?

( Suspira ). Yo diría, y eso lo vimos desde muy temprano, que los ministerios son muy grandes, muy jerárquicos, muy rígidos y con una cultura institucional muy fuerte donde pesa mucho la rutina.Nosotros, muchas de las reformas que tratamos de hacer, y eso solo el tiempo nos podrá decir si tuvimos o no tuvimos éxito, es que buscamos acercarnos más a los estudiantes, a los docentes, a los directores de los centros educativos. Figurativamente lo que hacíamos es que los centros educativos no tienen que girar alrededor del MEP, sino el MEP en torno a los centros educativos y eso siempre fue difícil porque aunque haya mucha gente en las estructuras del ministerio que tratan de hacer eso, hay muchos miedos sobre cuál es mi nivel, cuánto mando yo.Romper eso es bien difícil.

A mediados del 2012 también se le cuestionó por supuesto tráfico de influencias. ¿Qué lección le dejó ese episodio?

El 2012 yo diría que fue el momento más amargo de los ocho años. Uno, porque tenía que ver con algo que, personalmente, papá y mamá nos habían enseñado y es que uno cuida mucho su prestigio personal, moral y ético.Entonces, de pronto verte en las pantallas de televisión como el corrupto, el reparte dólares, eso fue lo más difícil que he vivido en mi...

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