Economia, sociedad y ambiente.

AutorHuaylupo, Juan
CargoDesarrollo Nacional
Páginas109(18)

LA ECONOMÍA: TEORÍA Y REALIDAD

Las relaciones económicas son formas organizativas de la sociedad que permiten garantizan las condiciones para la vida y la reproducción social, a través de la producción, comercialización, distribución y consumo, proceso que se realiza en un contexto social fundado históricamente, en condiciones y relaciones particulares con cada medio natural y ambiental. En este sentido, las relaciones económicas forman parte de una totalidad mayor que determina su existencia, funcionamiento y recreación incesante, así como, constituye un proceso entre otros que contribuye a la reproducción de las sociedades. Esto es, la economía como relación social, tiene funcionalidades concretas y particulares en la sociedad en articulación con su espacio físico y natural, mientras que, como ciencia estudiará y explicará dicho proceso social e histórico, reproduciendo por la vía del pensamiento su determinación y complejidad, el cual esta desarticulado con otros fenómenos y explicaciones que ocurren en el contexto social y ambiental, tanto en el ámbito nacional como internacional.

La importancia de la economía en la historia aumentó, según se intensificó y diversificó la división del trabajo, así como la propiedad y uso de los medios e instrumentos de trabajo y de producción. En un contexto donde no existen condiciones para la autosubsistencia, la interdependencia entre propietarios y trabajadores, en un contexto social e histórico que posibilitan las relaciones económicas, son condiciones necesarias para la conservación y creación de los medios para la vida, la producción y el intercambio entre las poblaciones. En este sentido, las sociedades y el mundo, desde lejanos tiempos hasta el presente globalizado, han integrado sociedades y economías en un proceso incesante, con diversa intensidad y velocidad.

El capitalismo ha sido la forma organizativa por excelencia que articuló a los individuos y poblaciones, como nunca antes en la historia. De esta manera, el análisis totalizante no sólo es una característica metodológica para comprender la economía, sino una necesidad para comprender la naturaleza de las sociedades y de sus formas económicas. Esta consideración es una ruptura con respecto a las visiones de la historia que atribuye el desarrollo, crecimiento, enriquecimiento o la pobreza, como atributos exclusivos del quehacer individual, de la casualidad o el destino.

La integración de los individuos y las organizaciones en un proceso unitario y societal, no esta referido sólo a la economía, sino a todos los procesos que forman parte de la vida de los pueblos en sus espacios físicos-naturales.

La economía es la condensación de las condiciones históricas y coyunturales de cada sociedad, le otorgan específicos significados y particulares for mas de funcionamiento a las relaciones económicas. El capitalismo no es el resultado de relaciones transhistóricas ni producto de relaciones técnicas estandarizadas entre productores o sociedades. Las condiciones históricas y culturales japonesas, suecas o costarricenses imponen peculiaridades al trabajo, organización, así como a las formas productivas en cada contexto nacional.

El privilegio otorgado a la economía proviene de gran parte de las vertientes teóricas y analíticas existentes. El materialismo de las posiciones economicistas, determinaron que sin producción no hay individuos ni sociedades, e incluso llegaron a suponer que la economía creaba sociedades, Estados e instituciones. El reconocimiento de la importancia de la economía, llevó a suponer que constituía la determinación última para la sociedad, pero ello, sólo es una deducción maximalista, pues sin sociedad no existe economía alguna. Otras posiciones, que emanan del pensamiento clásico y presentes en el pensamiento liberal contemporáneo, suponen que las relaciones económicas capitalistas son el resultado de procesos naturales, inherentes e inmanentes de la naturaleza que no admite la acción humana, lo cual es una continuación del pensamiento de Adam Smith (1981) (1). Desde esas perspectivas, que aún tiene desactualizados seguidores, se cree que las personas y sociedades son objetos creados por la economía, lo cual es una visión, que aliena el conocimiento y los sujetos económicos (2). Sin embargo, esas concepciones, constituidas en horizontes ideológicos, son barreras o "cárceles de larga duración", que se resisten a comprender que sin sociedad e historia, no es posible ninguna economía.

"Ciertas estructuras están dotadas de tan larga vida que se convierten en elementos estables de una infinidad de generaciones: obstruyen la historia, la entorpecen y, por tanto, determinan su transcurrir. Otras, por el contrario, se desintegran más rápidamente. Pero todas ellas, construyen, al mismo tiempo, sostenes y obstáculos. En tanto que obstáculos, se presentan como límites (envolventes, en el sentido matemático) de los que el hombre y sus experiencias no pueden emanciparse. Piénsese en la dificultad de romper ciertos marcos geográficos, ciertas realidades biológicas, ciertos límites de la productividad, y hasta determinadas coacciones espirituales: también los encuadramientos mentales representan prisiones de larga duración." (Braudel, 1980: 70-71).

El reconocimiento de la importancia de la producción, el intercambio, el consumo y la distribución, de ningún modo significa ignorar de las condiciones históricas, culturales, políticas, organizativas y religiosas (3), así como tampoco es posible desconocer la vida social y acción colectiva de las sociedades, sin la cual, tampoco seria posible ninguna forma económica.

A través de la historia, la interacción mercantil ha sido un medio para garantizar el ciclo productivo, asociado a con las relaciones sociales, políticas e ideológicas que viabilizaban la producción y el intercambio. La capacidad organizativa de la sociedad ha creado las condiciones de reproducción, las cuales actúan como determinadoras relativas de su devenir, así como pauta las relaciones entre sociedades.

La valoración de la economía, como la dimensión privilegiada en el devenir de la sociedad, emana de un largo proceso de persuasión en las relaciones mercantilizadas, así como por la imposición de intereses entre desiguales actores sociales de la totalización capitalista. La imagen del crecimiento del capital como un requisito para la reproducción, el desarrollo y bienestar de la sociedad, esta implícita en la lógica de las relaciones productivas y mercantiles en los espacios de la interacción social, por ello, se promueven acciones estatales y empresariales para el crecimiento, aun cuando no se garantiza redistribución social de los excedentes ni la conservación del medio ambiente y la naturaleza. Los poderes y prejuicios en favor del crecimiento económico, están polarizando las sociedades, atentan contra la vida y las condiciones para su reproducción.

La sobreponderación economicista y liberal ha eliminado cualquier visión del mundo que subordine la economía a consideraciones no económicas, como también ha justificado el control de todos o gran parte de los medios de difusión, para eliminar información y análisis que relativicen, cuestionen o nieguen las pretendidas bondades de la expansión del capital global en el espacio nacional. Este liberalismo contemporáneo ha impuesto una exclusiva y arbitraria concepción de sociedad, donde la economía del lucro y la ganancia se impone sobre el bienestar social, la democracia, la soberanía y el desarrollo de las sociedades.

En este sentido, no es caprichosa la atribución que se hace al liberalismo contemporáneo, como difusor y sustentador de un pensa miento único (4), excluyente y unilateral, que representa exclusivamente la posición dominante o hegemónica de un segmento privilegiado de la sociedad. Una cosmovisión que tiene su correspondencia epistemológica con el individualismo metodológico (Pereyra,1979) o el individualismo posesivo (Macpherson, 1970). Ese pensamiento ha formalizado un decálogo de comportamiento aceptado por las empresas mundiales y los organismos internacionales, los cuales han impuesto su aplicación a los Estados latinoamericanos (5).

La contrarrevolución teórica del liberalismo (Villarreal, 1983; Pereyra, 1979), es un dogma triunfante, que usando una "teoría" económica, pretende dar objetividad, cientificidad, neutralidad y absolutidad a ideas y prácticas que ninguna técnica ni ciencia pueden tener. Pero, también ese pensamiento y práctica, es la negación de la interdependencia social, que permitió la generación de riqueza, así como las condiciones para el crecimiento y la expansión capitalista.

El inductivismo ingenuo de los enunciados liberales de la economía contemporánea, se precian de ser experimentales o que emplean la razón instrumental en su quehacer. Aún se cree, a pesar de múltiples refutaciones y resultados adversos, que las aplicaciones técnicas no garantizan resultados predeterminados a las empresas o países.

"Es un rasgo clásico de todos los totalitarismos conferir estatuto científico a una ideología. La economía que se denomina > permite dar un barniz universitario al ultraliberalismo. Impoma poco que esté desconectada de la realidad: como toda fábula, no sirve más que de pretexto." (Amín, 1998: 44).

La economía capitalista y occidental se encuentra arraigada a creencias que valoran como importante > o lo que es pragmático y utilitario. Esta característica ha sido inspiradora de las prácticas depredadoras a la naturaleza, el ambiente y la sociedad. Interpretar los atributos particulares como leyes de las cosas y aplicarlas para ponerlas al servicio de la satisfacción de las necesidades e intereses de las personas y sociedades, al estilo epistemológico de R Bacon (1561-1626), Galileo (1564-1642), Descartes (1596-1650), Newton (1642-1727), Comte (1798-1857) o F. W. Taylor (1856-1915), ha sido la pretensión de la economía, quizás por ello, en distintos momentos se han aferrado a "teorías", que se aplican como...

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