Competencia perfecta: ‘Green washing’

La 27ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27) realizada en el balneario egipcio de Sharm el-Sheij durante noviembre ha dejado resultados agridulces tras de sí. El pecado original de los esfuerzos globales para contener, mitigar y adaptarse a las realidades del cambio climático ha sido, principalmente, la quizás ingenua confianza en que el conocer las implicaciones para la humanidad y la vida en el planeta Tierra que acarrea el calentamiento global sería suficiente para movilizar las voluntades sociales, económicas y políticas en busca de intervenciones y políticas efectivas.Desde que en el 2015, en París, con esperanza y regocijo, adoptamos la meta de evitar que la temperatura media del planeta sobrepasara en 1,5º C los registros de la era preindustrial, es cada vez más evidente que seremos incapaces de evitar que ello ocurra porque, como suele suceder cuando se enfrentan intereses y beneficios particular con los colectivos, no se alcanzaron los acuerdos necesarios para adoptar una estrategia creíble para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y, sobre todo, se falló en diseñar e implementar una gobernanza y estructura de incentivos - garrote y zanahorias, premios y castigos - creíbles para actuar globalmente.La esperanza ahora estará puesta en que la desviación respecto de la meta de calentamiento global sea pequeña y sobre todo de corta duración - para lo que evidentemente hay que actuar corrigiendo las omisiones y errores del pasado - y, desde la perspectiva de las políticas públicas nacionales y transfronterizas, se refuerza la necesidad de acciones más fuertes y profundas en materia de adaptación a la realidad del cambio climático con el fin de preparar a las sociedades - en todas sus dimensiones -para que enfrenten los retos que éste implica.Uno de los logros más publicitados de la COP27, la creación de un fondo para compensar "las pérdidas y los daños" que sufren los países más vulnerables y de menor desarrollo relativo como consecuencia del cambio climático es un avance tímido en materia de lo que podría denominarse justicia climática intertemporal que ayudó, principalmente, a salvar mediáticamente el cónclave y aliviar las tensiones entre economías avanzadas y en desarrollo, pero que se quedó corto, como ha sucedido desde el 2020, a la hora de definir y asegurar las metas de financiación necesarias para hacerlo efectivo, en fin mucho ruido y, por el momento, pocas nueces.Pero además de...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR