Aferrados al cacao por tres generaciones

Limón. El abuelo Amos Grant abandonó muy joven su natal Jamaica para conocer el 'mundo' y ese sueño lo empujó hacia Londres, Inglaterra, donde el ambiente, al parecer, no lo atrajo del todo, porque entonces resolvió mudarse a La Habana, Cuba, el emporio del Caribe a inicios del siglo pasado.

El trotamundos tampoco encontró arraigo en la mayor de las islas, por lo que, una vez más, volvió a embarcarse, ahora acompañado de un amigo. El vapor lo trajo hasta puerto Limón, donde bajó a tierra firme, mas no así el compañero, quien al ver las pocas casas que había, decidió continuar su viaje.

Amos entró en la agricultura, suscribió un contrato de arrendamiento de tierras con la compañía bananera y, con el pago de ¢1 anual, se hizo de 20 hectáreas que sembró de cacao.

Esa propiedad, localizada en Santa Rosa de Limón, luego se la heredó a su hijo Neville, quien la ha cultivado 73 de los 78 años en la actividad.

'Nos pagaban a ¢0,35 la libra de cacao y con eso todo el mundo vivía de manera cómoda...

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