Algo tiene el agua?

Roberto García

roberto.comunic@gmail.com

Una cámara de televisión lo seguía en primer plano, mientras avanzaba, arena adentro, en la gramilla del estadio Lito Pérez, para felicitar a sus pupilos. Recién se había escuchado el último silbato de un duelo trepidante, cuya resolución (1 a 1) entre Puntarenas FC y Municipal Liberia otorgó a los sabaneros el título de la Segunda División y el ascenso a la primera categoría, en la que la divisa aurinegra será el benjamín.

Orlando de León Catalurda es alto como don Quijote, bravo como el charrúa que lleva en sus genes, noble y sentimental, como un niño ingenuo; terco, como él solo; contradictorio, en ocasiones; ¡inclaudicable, siempre!

Este viejo es un soñador a prueba de balas e ingratitudes, capaz de encerrarse días enteros a mascullar sus derrotas, sin hablar con nadie, traspiés que lo fortalecen y convierte en vivencias que acostumbra desgranar frente a tazas de café, con el verbo claro de su espíritu inquieto.

Es técnico de fútbol, pero bien pudo ser poeta o filósofo. O a lo mejor es las tres cosas: estratega, poeta y filósofo.

Es devoto de la amistad. Las personas a quienes nos honra con ese privilegio, sabemos que se resiente si no se le llama, si no se le frecuenta, quizás porque un triste día, por ese descuido tan humano de postergar los afectos, recibió de golpe la dura noticia del fallecimiento de Orbel de León, su hermano...

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