Como si ayer fuera hoy

Roberto García

roberto.comunic@gmail.com

Uno sabe que los días, los meses y los años no son más que una invención convencional de la ciencia, para ordenar el devenir sempiterno del tiempo, que no hay ayer ni mañana, pues solo el hoy es palpable. Sin embargo, el jueves percibí a flor de piel esa sensación, cuando la televisión proyectó su gesta olímpica de Atlanta 96, desde el Georgia Tech Aquatic Center.

Como si ayer fuera hoy, con los nervios crispados y una emoción inexplicablemente inédita, me sumé al '¡vamos, Claudia!' que Luis López Rueda narraba frenético, mientras usted nadaba y avanzaba con su extraordinaria cadencia, forjada a punta de entrega, disciplina, dolor e incomprensión.

¡Qué belleza! La sincronía perfecta de sus movimientos, los planos cercanos de su silueta en el agua, la coreografía de las ondinas en pos de alcanzar la gloria. En aquellos segundos interminables, como si ayer fuera hoy, por momentos me acosaba el temor de que Franziska van Almsick, en teoría, la favorita, le diera caza y la pudiera rebasar. Pero no, usted seguía en ruta, grande, poderosa, técnicamente impecable. Cada vuelta en la piscina de los 200 metros libre, como si ayer fuera hoy, hacía crecer mi ilusión. '¡Vamos a ganar, vamos a ganar!', me decía por dentro. ¡Qué locura!, ¿verdad!?

Por fin, el cierre. El tiempo y el oro: 1.58.16. El memorable instante en que usted...

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