Carlos Obregón, el luchador contra alzas en las tarifas de luz

Carlos Obregón lleva ya seis largos meses en un nado contracorriente para evitar que las tarifas de luz suban un solo colón. Aunque -con algo de optimismo- prometió lo no garantizable, ningún kilovatio-hora ha superado los ¢91: no por ahora.

Tuvo suerte en un medio año turbulento y decisivo para la entidad que hoy preside: el Instituto Costarricense de Electricidad. Aunque el ICE y sus 26.000 empleados no son nuevos para él, sí lo son, desde mayo, ese sillón de cuero negro, la lámpara sin bombillo a su izquierda y la amplia oficina desde donde habla, muy pausado, en uno de los pisos más altos de La Sabana.

El ingeniero se pensionó del Instituto en el 2007 tras 35 años en el sector eléctrico. Ocho años más tarde se reencontró con un ICE débil; con empleados de sobra en ciertas áreas y con carencia de ellos en otras.

La premisa de Carlos Obregón es 'optimizar recursos', y esto le ganó las primeras críticas: aún siendo poco conocido al ojo público, movía y movía a su personal cual si fuesen piezas de ajedrez.

Topó de frente con un país que, aparte de rogar por bajas en el alto precio de la luz, ansiaba destapar -de inmediato- la olla de opciones de generación energética con fuentes renovables. ¿Qué incorporar, cuándo, por qué el ICE se tardó tanto? El debate nacional sigue presionándolo fuerte, mas él prefiere no opinar y dejárselo todo a la voluntad política.

Se da el lujo de dar una mala noticia: las tarifas de la luz no bajarán, no según sus cálculos, pues los precios dependen de los rasgos del sistema energético. Aunque algunos procesos puedan ser optimizados, ahora no hay mucho campo para las rebajas.

Por más que se le insista en deshacerse de las costosas, ineficientes y contaminantes plantas de generación térmica, el jerarca es franco y lo descarta. No las quitará pues ello, dice, pondría en jaque la energía de respaldo y llevaría a la inevitable alza de precios.

No solo la matriz está en debate. El arranque de su gestión coincidió con el momento en que los generadores de energía privados alcanzaron, luego de dos décadas, el tope que les permite la ley. Ellos también presionan; exigen que se les deje participar más.

Obregón aclara que no está en contra de su papel, a pesar de que su auge se haya encargado de deteriorar poco a poco al Instituto. Hoy culpa al Ejecutivo de recostarse en esas firmas para darles justo lo que prohibió al ICE: la opción de invertir, obtener préstamos y dar contrapartidas para la ejecución de nuevos proyectos.

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