Diego Calvo no traicionó a Alajuelense; se traicionó él

Antonio Alfaro

analfaro@nacion.com

Traiciones hay en la guerra, en la Biblia, en los imperios caídos, en las películas de James Bond, en la saga de El Padrino (lo mejor de lo mejor que ha parido el cine sobre la mafia), pero no en un cambio de equipo como el de Diego Calvo.

Desechado por la Liga y contratado por Saprissa, qué pecado hay en salir de la lista de desempleo. ¿O debía, en fidelidad al equipo de sus amores, negarse a trabajar vestido de morado?

¿Tenía que esperar una oferta de Carmelita para que nadie lo llamara traidor?

Traición es otra cosa. Las listas de grandes traidores en la historia suelen estar encabezadas por Judas Iscariote.

Brutus, hombre de confianza y muy querido por el emperador romano Julio César, también frecuenta un lugar en el top ten de los traidores. -'¿Tú también, hijo mío?' -le dijo Julio César, sin ofrecer resistencia, al verlo venir puñal en mano-.

Algunos listados incluyen a Robert Hanssen, un agente del FBI que durante 20 años realizó labores de espionaje sobre la Unión Soviética. En el 2001 fue sorprendido pasándole información confidencial a los rusos y lo condenaron a cadena perpetua.

Lo de Diego Calvo es un simple cambio de trabajo, como cualquier asalariado, si bien el fanático en todo el mundo y desde siempre espera de los jugadores tanto amor a la camiseta como el profesado desde las gradas. Así, la historia registra traidores como Figo (del...

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