Echo de menos al Paté, al Pato y a Jafet

Antonio Alfaro

analfaro@nacion.com

Un día de repente la nostalgia juega al pressing . Asfixia por un lado y por el otro, arrincona contra la línea que un día fuera de cal, provoca añoranzas de esto y aquello. No queda más remedio que 'echar de menos', a las personas, a los momentos, a cosas importantes y vanales por igual, incluyendo al fútbol en los tiempos del 10.

Echo de menos al Paté, al Pato y a Jafet. Paté fue un 10 con el 8 en la espalda; el Pato un 10 disfrazado de 6; solo Jafet, que inició con la 11, pronto enfundó la camiseta de los grandes, talentosos, aquellos que hacen de la pausa un silencio de orquesta sinfónica, del pase un juego de billar y del constante desmarque un acto de magia. Irónicamente, al hoy gerente del Team , el único que portó la de Maradona, el fútbol lo sacó del centro de la cancha en buena parte de su carrera y lo envió a la banda, a encarar, desbordar y enganchar.

Echo de menos al Paté (un jugador que entonces me parecía tan talentoso como arrogante; el tiempo se encarga de separar lo aparente de lo real). Lo real: un dominio total de los momentos del juego, liderazgo, determinación para decir siempre 'aquí estoy, démela a mí', así en las verdes como en las maduras. De sobra se le disculpa que le faltara, en ocasiones, más pase vertical.

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