El exorcista de los princesos

Danilo Jiménez S.

danilojs62@hotmail.com

Un sumo sacerdote del fútbol logró lo que parecía imposible: exorcizar a los princesos y reencauzar al Saprissa por la senda protagónica que es marca de fábrica en la divisa de Tibás.

El demonio de la soberbia fue expulsado por la mano sabia del profe Watson, un filósofo del balompié criollo con un credo que le sienta bien al equipo que cautiva el corazón de medio país.

Don Carlos es quizá, junto a Manrique Quesada -ambos de raíces heredianas-, el pensador más claro del fútbol local, con un respeto por las raíces, la identidad, el estilo y los valores del juego que no negocia jamás.

Esa fidelidad a los principios lo convirtió en el hombre ideal para sentarse en un banquillo convulso y ordenar un camerino tomado por las vanidades y enemistado con el liderazgo que siempre distinguió el linaje del Saprissa.

La cadena de buenos resultados que ligaron los morados -excepto el revés en el clásico- es la consecuencia lógica del trabajo de un hombre que conoce el juego, impone su carácter y esgrime una propuesta que se sitúa en la línea histórica de un equipo acostumbrado a ganar.

Con fútbol como manda la tradición, victorias para apuntalar la moral y goles que instalan el festejo en la grada, don Carlos reconvirtió en futbolistas a ese lote de muchachos hasta hace poco disfuncionales con el ADN de los morados.

Todavía hay damnificados, como David Ramírez, pero el cambio experimentado desde finales de...

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