La gran estafa

jacqsagot@gmail.com

Jugamos una mediocre hexagonal. Jugamos una pésima ronda de partidos preparatorios. Jugamos un mal mundial. No hay nada más qué decir. Ramírez nos tuvo a todos, durante años, suspensos en la expectativa de que 'estamos aprendiendo', de que 'todo es parte de un proceso', de que 'estas derrotas nos servirán para mejorar', de que 'todo es ganancia y acumulación de experiencia'? Como un director de orquesta que hace el gesto anunciador de un fragoroso fortísimo? y lo que se oye es un ridículo, desafinado y solitario pito. Un enorme crescendo ¿hacia qué? Un mundial del que probablemente nos iremos sin un solo punto y sin haber marcado un misérrimo gol. Y esa fue la gran apoteosis de Óscar Ramírez y su equipo siempre diferido hacia el futuro. Ya hay gente que sostiene -seriamente- que el partido contra Suiza debe ser visto como el primer fogueo hacia Catar. Así como lo oyen. A acumular nueva experiencia y seguir aprendiendo, ¿para qué? Para una nueva, enorme, frustrante deflación.

La Copa del Mundo tiene 88 años de existencia. En ese lapso hemos logrado un garboso acceso a cuartos de final, un épico, artesanal merodeo por octavos de final (donde fuimos aplastados), y tres eliminaciones en fase de grupos. En una de ellas (2006) quedamos en penúltimo lugar de la tabla general.

Ese es nuestro palmarés. Ese es nuestro...

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