Indígenas ticos se reinventan para crear objetos de diseño

Las manos de Pastora Jackson están esculpidas por la tradición. Teje a mano, así como le enseñaron sus abuelas: unas veces entrecruza la hebra, en otras ocasiones mejor la enrolla.No usa nada más que las hojas de la planta de senco (de la familia de las palmas) que suele encontrar a unos pasos de la puerta de su casa. Ellas les dan el soporte necesario a las canastas.En una de las visitas que hizo a su comunidad el diseñador José Pablo Alvarado, este le propuso diseñar una silla. Él se comprometió a hacer la estructura en madera; ella solo tenía que tejer.'Cuando doña Pastora me enseñó el material, me pareció que era muy versátil y permitía hacer muchas cosas. Todo fue muy espontáneo', dijo Alvarado.'Le metimos mucha cabeza hasta que logramos terminar la silla', dijo Jackson cuando se le preguntó sobre el proceso creativo junto al diseñador Alvarado.Pastora Jackson es indígena bribri del clan Duirigak y la colección de muebles Kèkóldi que nació de esa unión (silla y taburete) ya se exhibió en la Bienal Iberoamericana de Diseño realizada en Madrid, en octubre y noviembre del año anterior.Es más, otra silla de su autoría se expuso a inicios del 2011 en la feria conocida como Casa Pasarela, la cual también tiene lugar en la ciudad de Madrid.Aparte de sillas y taburetes, Jackson y Alvarado trabajan mesas, alfombras y relojes. 'Lo que se quiera inventar, pues se inventa', dijo la artesana, quien encontró en su tradición una fuente de trabajo e ingreso para su familia, así como una manera de dar a conocer la cultura nativa del costarricense.Fuente de ingresos. Alvarado conoció a Jackson en el marco de un proyecto de la empresa RSE Consultores y Fundecooperación, a partir del Programa de Cooperación Sur- Sur.Este proyecto trabaja con indígenas bribris y bruncas en la búsqueda de posibilidades económicas.'La idea es que la artesanía se vea como alternativa para grupos que están en desventaja por falta de fuentes de trabajo y oportunidades', explicó Cecilia Mora, de RSE Consultores.En comunidad. En el caso de los bribris, etnia de Jackson, el proyecto beneficia a dos comunidades: Watsi, que está conformada por 600 personas, y Kèkóldi, de 250 habitantes.Para Juanita Sánchez, indígena bribri del clan Yëyëwak, el acercamiento con la artesanía era tan cotidiano que no pensaba que podía generarle una fuente de trabajo. En su caso, ella hace jícaras, maracas y tambores. 'Antes esto no se vendía y ahora se puede vender. Entonces, es un medio para obtener...

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