LEY PARA LA REGULACIÓN DEL USO DE ARTÍCULOS DE PIROTECNIA

Fecha de publicación23 Diciembre 2021
Número de registroIN2021611034
EmisorPoder Legislativo

LEY PARA LA REGULACIÓN DEL USO

DE ARTÍCULOS DE PIROTECNIA

Expediente N.° 22.840

ASAMBLEA LEGISLATIVA:

Es muy común ver y escuchar espectáculos pirotécnicos en nuestro país, para las diferentes celebraciones y festejos. Cada año en distintos lugares se llevan a cabo celebraciones religiosas que conllevan el uso de pólvora, así como otras celebraciones de carácter deportivo y festejos tanto a nivel nacional como locales, incluso es común que sea utilizadas hasta en eventos de carácter privado, como celebraciones de matrimonios, cumpleaños, entre otros.

A pesar de que en nuestro país la Ley N.° 7530, Ley de Armas y Explosivos, regula la adquisición, posesión, inscripción, portación, venta, importación, exportación, fabricación y el almacenaje de armas, municiones, explosivos y pólvora en cualquiera de sus presentaciones, y de las materias primas para elaboración de los productos regulados por esta ley, es de conocimiento popular que muchas personas menores de edad adquieren productos de pirotecnia, ya sea porque alguna persona adulta de manera irresponsable se los facilita o porque los tomaron sin autorización de las casas u otros lugares.

La Ley N.° 7530, Ley de Armas y Explosivos en su artículo 68, prohíbe la venta de pólvora y el suministro, a cualquier título, de artículos a base de pólvora, a personas menores de edad y a personas jurídicamente declaradas en estado de interdicción, e impone una pena de tres a siete años de prisión a quien la venda o suministre, a cualquier título, de pólvora y/o, en general, artículos, bienes o sustancias regulados en esa Ley.

Si bien es cierto que nuestro país es muy riguroso y existe toda una normativa para que los locales que venden productos pirotécnicos, pólvora, pólvora menuda, lucería y pólvora menuda explosiva aérea, así como para la regulación de espectáculos o eventos pirotécnicos, también es cierto que hay una realidad que como sociedad no podemos ignorar y que estamos obligados a actuar para procurar el mayor bienestar de la ciudadanía, ya que la pirotecnia también ocasiona daños a la calidad de vida de numerosos seres, cuyas secuelas a veces pueden ser irreversibles.

De acuerdo a la Asociación Argentina de Padres de Autistas, hay tres tipos de ruidos que afectan a los niños y las niñas con trastorno del espectro autista y en el caso de la pirotecnia los tiene todos: los inesperados, los de tono alto y los múltiples, por eso lo que para una familia es motivo de fiesta, para otras es sufrimiento.[1]

Además, niños, niñas y personas con autismo o epilepsia pueden sufrir por las explosiones un estrés extremo y crisis de ansiedad las cuales incluso pueden requerir de hospitalización.

Por su parte, la médica psiquiatra Andrea Abadi directora del Área de Neurodesarrollo y Condición del Espectro Autista del Centro Cites Ineco, la pirotecnia afecta especialmente a los niños con condición del espectro autista, ya que:

“... tienen una hipersensibilidad a los sonidos en general. Esto tiene que ver con unas conexiones entre la amígdala y la corteza cerebral que están disfuncionadas y esto hace que, frente a mínimas cuestiones sonoras, estos niños las perciban y reaccionen.

El ruido de un petardo o cualquier pirotecnia es un sonido sumamente intenso y ellos lo perciben de manera muy vívida. Sienten como si estuvieran en el medio de un bombardeo en una guerra, como si cayeran bombas al lado de ellos. Y esto genera muchísimo estrés, muchísima liberación de los neurotransmisores propios del estrés y genera un gran nivel de alteración conductual y emocional. Y, por otro lado, al ser totalmente impredecibles, es algo frente a lo cual no se pueden preparar y lo viven con muchísima angustia, se desorganizan”[2]

Esta aceptación de que la pirotecnia ocasiona daños a personas diagnosticadas con el Trastorno del Espectro Autista, personas que puedan resultar con quemaduras -en su mayoría menores de edad-, a adultos mayores, animales domésticos especialmente a caninos y felinos, así como a la diversidad de aves; es innegable, de ahí que muchos países de Europa han acatado políticas de cero tolerancia a la pirotecnia.

Tal es el caso de Holanda que desde el año 2014 cuenta con zonas libres de pirotecnia[3] , también Roma prohibió la pirotecnia en Nochevieja para proteger a humanos y mascotas, de acuerdo a las declaraciones de su alcaldesa Virginia Raggi:

“Evitar su uso ayuda a prevenir tanto los daños a las personas, a veces graves y a las cosas como el fuerte ruido que asusta tremendamente a los animales, domésticos y salvajes… Renunciar a esta costumbre y celebrar con fuegos que no provocan explosiones, como las pequeñas bengalas de luz, es un signo de civilización y atención para todos los seres vivos”.[4]

Por su parte, la capital de Colombia desde el año 1995, restringe la pólvora ampliando para el año 2020 sus restricciones aún más ya que también abarcó la restricción a instituciones, empresas, centros comerciales y demás organizaciones que tenían el permiso para realizar espectáculos con juegos pirotécnicos. Por su parte, la Alcaldía manifestó que esos recursos se destinarían a artistas que realizarán sus presentaciones al aire libre, y así para proteger el bienestar de perros, gatos y aves silvestres.[5]

Claramente, estos antecedentes ponen las actividades fuera del ámbito de libertades estipulado en el artículo 29 de la Constitución, el cual abarca las acciones privadas que no dañen la moral o el orden públicos, o que no perjudiquen a terceros. Por el contrario, nos encontramos ante una potencial alteración del orden público y un evidente daño a terceros, que ameritan la intervención del Estado a través de la legislación, y en consecuencia demandan la acción de esta Asamblea como Poder competente.

Es indudable que el Estado costarricense debe garantizar el bienestar de todos sus habitantes; pero los imperativos constitucionales también abarcan la protección de la fauna silvestre y de los animales domésticos. Bajo ninguna razón un espectáculo de pirotecnia puede estar por encima de los derechos de las personas a una sana convivencia, a vivir en paz y armonía con el medio que los rodea, de su derecho a la salud; asimismo debe velarse por la protección de los animales domésticos y silvestres.

Es conocido que los animales domésticos tampoco están exentos de los daños que puede ocasionar la pirotecnia, ya que pueden sufrir de ataques de pánico y morir por paros cardiacos, o atropellados al intentar huir por el miedo que les ocasiona el ruido.

En el caso de los perros que se ven afectados con los ruidos de la pirotecnia, su causa se debe a que el umbral de audición que tienen estos animales, puede llegar hasta los 90 decibeles, cuando para un ser humano esto es imperceptible, mientras que un espectáculo de luces de bengala puede llegar hasta los 210 decibeles lo que claramente es una sobreestimulación peligrosa para ellos, más aún para aquellos animales que se encuentran en estado de abandono en las calles.[6]

La médica veterinaria Marcela Mansinho, explica que los perros no escuchan al nacer sino cuando tienen alrededor de 21 días. Durante ese tiempo se basan únicamente en el olor para interpretar su mundo, pero en el momento en que el sentido del oído está totalmente desarrollado su audición es mayor a tres veces que la del ser humano, detectan sonidos en el rango de frecuencia de aproximadamente 67 – 45.000 Hz (varía con diferentes razas), en comparación con los seres humanos, con un intervalo aproximado de 64 – 23.000 Hz, afirma que los perros:

“… al tener el sentido del oído mucho más sensible que el nuestro, con los estruendos sufren alteraciones auditivas, estados de desorientación, miedo extremo, terror a la muerte inminente. Se muestran incoordinados, tienen temblores musculares, taquicardia, salivación. En animales viejitos o que tienen cardiopatías preexistentes puede llegar a producir la muerte.”[7]

En el caso de las aves, también resultan afectadas por los estruendos, la excesiva luminosidad y las vibraciones que ocasionan los espectáculos pirotécnicos y que puede ocasionar que muchas de ellas abandonan sus nidos por el momento de estrés que viven, además pueden presentar lesiones en sus alas y quemaduras por las pequeñas bengalas que caen.[8]

Además de lo antes expuesto, el uso de la pólvora por parte de la ciudadanía también puede acabar en accidentes fatales, como el ocurrido en nuestro país en al año 2001, cuando cuatro...

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