Medford, la cuota de pasión que le falta al campeonato

Danilo Jiménez S.

danilojs62@hotmail.com

El más volcánico de los técnicos se enrumba al banquillo del Herediano, en una vuelta al medio que añoramos porque el fútbol a veces se nos llena de modorra y hace falta ese personaje que irradie pasión.

Hernán Medford regresa con su verbo filoso, su actitud de transgresor, sus modales pintorescos, su inclinación por la polémica, su gusto por el juego y su obsesión por las grandes hazañas.

Si como futbolista nos encandiló con su vértigo y repertorio de variantes explosivas: pique, freno, contrapique y diagonales a la hora de pisar el área, como entrenador se convirtió en un espécimen de culto, por su conducción pasional, sus portes, sus polémicas y ese show con la gorra que era como el pararrayos que baja a tierra la energía contenida.

Llega al equipo mejor constituido del país, con dos o tres alternativas por puesto, para jugar bien y ganar, para apuntarle alto a los sueños, para enamorar a la gente y para despertar pasión.

Mucho antes de que tejiéramos la hora más gloriosa de nuestro fútbol en Brasil 2014, el Pelícano era el artífice de los grandes momentos balompédicos.

Anotó el primer gol tico en un mundial de la FIFA -China 85-, selló la clasificación a la segunda ronda en Italia 90 con un golazo a Suecia, fraguó el Aztecazo, clasificó a Saprissa al Mundial de Clubes y terminó tercero en ese torneo.

Muchos lauros para un hombre que desata...

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