¿Quién no lo hace?

jguevara@elfinancierocr.com

Lo confieso: soy uno de esos aficionados al fútbol que se sirven un café en la oficina y se acercan luego a un grupo de compañeros con la sola intención de 'picarlos' con comentarios, chistes o bromas ?eso sí, respetuosas? de sus equipos.

Y si varios 'muerden el anzuelo', lo disfruto y celebro?¡bola al centro!

No tengo por qué negarlo: formo parte de los fiebres que se deleitan molestando y agotándole la paciencia a los familiares que apoyan a otros clubes, sean del campeonato nacional o de ligas extranjeras, como la española. Para ello me aprovecho de una reunión para festejar cumpleaños, recibir el Año Nuevo o de una llamada telefónica en apariencia inocente y bien intencionada.

Y si un primo o una tía se 'chiman', en el rostro se me dibuja una sonrisa de oreja a oreja?¡uno a cero!

Soy sincero: me cuento entre los fanáticos que recortan las crónicas deportivas publicadas en los periódicos de los lunes y las deslizan por debajo de las puertas de las casas de los vecinos a cuyos equipos no les fue bien durante la jornada deportiva del fin de semana o del miércoles por la noche.

Y si a alguno de ellos se le 'levanta roncha', aplaudo en silencio... ¡gol olímpico!

Lo admito sin sonrojo: engroso las filas de hinchas que se deleitan mortificando a los rivales derrotados obsequiándoles frutas, verduras o tubérculos alusivos a los clubes que derrotaron a sus escuadras (una broma de la que he sido blanco en muchas oportunidades). Y si al menos a uno de ellos le 'arde', me doy por satisfecho... ¡excelente jugada de pared!

¿Por qué voy a ocultarlo? Soy uno de tantos cibernautas que los domingos en que no asisten a los estadios sí se conectan a las redes sociales...

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