Lugareños tardaron en recobrar el aliento

Nandayure. 'Fue trágico esto... bueno, 'trágico' dice uno, aunque, en realidad, no fue nada a como se movió esto. Aquí está uno juntando las cosas, con casita y sano'.Esta era la reflexión que hacía el profesor Ronny Rojas al mediodía, mientras recogía del suelo todos los productos que cayeron en la pequeña pulpería de una familiar en Bellavista de Nandayure.A 30 metros yacían los restos de la ermita destruida, cuyo estruendo al derrumbarse con los movimientos de las 8:42 a. m. dejó sin aliento a las personas que pasaban cerca en esta comunidad de las alturas cercanas al epicentro.Rojas, que imparte clases de Ciencias en el Colegio de Los Ángeles, también creyó que ayer era ese día anunciado por años como el del 'terromoto de Nicoya'. 'No paraba y uno pensaba que sí, que ya nos tocaba', contó.Eso fue lo que creyeron muchos habitantes entrevistados ayer durante un recorrido por Hojancha y Nandayure, cantones que quedaron mudos durante varias horas.Sin electricidad, sin agua, sin servicio telefónico. Los comercios tuvieron que cerrar por varias horas y así aprovecharon para recoger mercancías y para recuperar el aliento.Necesitaban también tiempo para reunirse en algunas esquinas de los pueblos para comentar su experiencia y enterarse de qué casas quedaron dañadas. La mayoría de viviendas perjudicadas lo fueron de manera...

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