El valor argumentativo de las figuras retóricas: primera parte.

AutorCampos Vargas, Henry
CargoReport
Páginas499(8)

TABLA DE CONTENIDOS 1. Introducción 2. Las figuras retóricas como herramientas argumentativas 3. El exemplum: figura retórica y argumento 4. El epíteto y la argumentación 5. Ironía y argumentación 6. Una breve conclusión 1. INTRODUCCIÓN

Uno de los valores más importantes de las figuras retóricas se presenta en el plano de la argumentación. Aunque a primera vista esta afirmación pueda parecer enigmática, lo cierto es que en los procesos argumentativos desempeñan un papel fundamental. La razón de ello es que las figuras existen y se emplean en todos los ámbitos de la comunicación y la interacción social. En efecto, las figuras no solo existen en el lenguaje humano.

Si bien es cierto, poseen un valor estético significativo, ya que en manos de un artista de la palabra contribuyen a dar realce y universalidad al pensamiento, su papel en la comunicación es constante.

En este sentido, por un lado, se parte de la tesis de que las figuras no constituyen ninguna anomalía en el uso de la lengua. Con este propósito, sin pretender profundizar en sus implicaciones, se concibe a las figuras retóricas como un tipo particular de juego de lenguaje con sus reglas. Esto permite afirmar que una figura puede ser empleada por cualquier hablante de una lengua en cualquier situación. Por supuesto que el éxito de su realización dependerá de factores como el contexto, la calidad y la pertinencia de su "jugada" (o empleo de una figura).

  1. LAS FIGURAS RETÓRICAS COMO HERRAMIENTAS ARGUMENTATIVAS

    Históricamente, han sido Cha?m Perelman junto a Olbrechts-Tyteca quienes hacia la década de los 50's llamaron la atención a esta particularidad de las figuras, esto, en su Tratado de la argumentación. La nueva retórica. A manera de ilustración, ambos autores comentan sobre la definición:

    El carácter argumentativo de las definiciones se presenta siempre bajo dos aspectos estrechamente enlazados, pero que es preciso distinguir porque atañen a dos fases del razonamiento; con ayuda de argumentos, se pueden justificar, valorar las definiciones, las cuales son argumentos. Se podría realizar la justificación por los medios más diversos: uno recurrirá a la etimología, otro propondrá sustituir, con una definición por condiciones, una definición por las consecuencias o vice-versa (1989: 332). Su estudio va más allá, ya que proponen que

    Para nosotros, que nos interesamos menos por la legitimación del modo literario de expresión que por las técnicas del discurso persuasivo, nos parece importante, no tanto estudiar el problema de las figuras en su conjunto, como mostrar en qué y cómo el empleo de ciertas figuras determinadas se explica por las necesidades de la argumentación (1989: 269, [sección]40). 3. El EXEMPLUM: FIGURA RETÓRICA Y

    ARGUMENTO

    Este vínculo entre las figuras y la argumentación se pone de manifiesto de manera muy especial en el exemplum (ejemplo) considerado desde la antigüedad tanto figura como argumento.

    En su Manual de retórica, Bice Mortara Garavelli propone esta definición:

    El ejemplo (gr. Parádeigma, "modelo"; lat. Exemplum) es la narración de un episodio con el fin de ratificar lo que se trata (...) Como elemento del ornatus, el ejemplo aparece en formas y dimensiones dispares, desde la antonomasia a la alusión y a la alegoría. Las colecciones de hechos memorables, piedra angular de la hagiografía (religiosa y laica) y de la catequesis de todo tiempo y civilización, utilizan los exempla sistemáticamente (1988: 289). De acuerdo con la clasificación de Perelman y OlbrechtsTyteca, pertenece a la categoría de las figuras de pensamiento por adición. Esto implica que, como figura de pensamiento, no afecta tanto la expresión lingüística (ámbito que corresponde a las figuras de dicción) como sí, las ideas. Se considera que es de adición porque agrega, incluye en el discurso información pertinente al objeto de la exposición.

    Sin embargo, el ejemplo también es considerado desde una perspectiva argumentativa, tal y como la propia definición de Bice Mortara muestra.

    La tradición aristotélica a este respecto es elocuente. El ejemplo es uno de los tipos de pruebas por persuasión (el otro es el entimema, en este sentido Aristóteles 1999: 1356b8) que opera por inducción, ya que

    (...) demostrar a base de muchos casos semejantes es, allí, una inducción y, aquí, un ejemplo; mientras que obtener, dadas ciertas premisas, algo diferentes de ellas, por ser , universalmente o la mayor parte de las veces, tal como son, eso se llama, allí, silogismo y, aquí, entimema (1999: 1356b15-18, 180-181). Considérese el siguiente texto:

    El control de la velocidad en las carreteras nos reitera una vieja enseñanza: nuestra capacidad para hacer mal o a destiempo las cosas buenas, y muy bien o a tiempo las cosas malas. Por ser ya un tema indecoroso no me refiero, obviamente, a la pletina, una muestra mundial de chambonada.

    Caben algunos ejemplos: el penoso empréstito para la compra de equipo médico en Finlandia se tramitó en tres días en la Asamblea Legislativa. El escándalo de la tramito manía nacional que, por sus efectos deletéreos, debió resolverse en un año, lleva ya unos 12 años de manoseo. La pensión a los 57 años se aprobó en pocos días en la Asamblea. La carretera a Caldera tardó 30 años. No se regulan las expropiaciones, pero es uno de los...

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