2.200 pulperías sobreviven manteniendo atención cara a cara y la libreta ‘de fiado’

La pulpería tradicional parece una especie en peligro de extinción ante el empuje de grandes cadenas de supermercados, ventas en estaciones de servicio y tiendas de conveniencia.Sin embargo, aunque estos establecimientos representan el eslabón más débil en la cadena alimenticia de ventas al detalle, siguen luchando por sobrevivirUn censo elaborado el año pasado por Fundes Latinoamérica, entidad que impulsa el crecimiento y profesionalización de micro y pequeñas empresas, revela que en Costa Rica aún operan 2.224 pulperías.Dichos locales representan el 23% de los 9.600 comercios de barrio al menudeo registrados por el estudio, entre abastecedores, mini-supermercados y supermercados independientes.Este dato contrasta con lo que ocurría en antaño cuando la pulpería era, además del punto de compra de las familias, el imán de la vida social del barrio, escenario de tertulias, juegos de azar e ingesta de alcohol.Hoy, pese a que su número se ha reducido, estos negocios logran soportar la embestida de la competencia aferrados a un estilo de servicio que los diferencia de los demás.En esos establecimientos, en donde un mostrador impide que el cliente tenga acceso directo a la mercadería, el pulpero proporciona al comprador los productos sobre ese mostrador.Gracias a este trato directo, cara a cara, el dependiente logra identificar a los parroquianos hasta por su nombre y aprenderse qué tipo de productos suele buscar y sus gustos.Tal relación de familiaridad explica el porqué todavía en estos sitios sobrevive la libreta "de fiado", un cuaderno en el que el pulpero anota los abarrotes que su cliente se lleva a crédito."La pulpería es humana. Es un grupo de vecinos donde todos se conocen y el pulpero a ellos. Por eso, van a la pulpería. Las personas quieren a sus pulperos", afirmó Mauricio Ramírez, coordinador de Inteligencia de Negocios de Fundes para America Latina.Un vivo ejemplo de ello es Lorena Lobo Barrantes, propietaria de la pulpería La Guaria, en Barreal de Heredia."Doña Lore es nuestra salvada y aquí al puro lado. En mi casa todos nos criamos haciendo mandados a una pulpería. Yo voy una vez perdida al supermercado", enfatizó Marta Villalobos Álvarez, vecina de La Guaria, mientras mientras pagaba dos bolsas de jabón de manos y dos bolsitas de champú.Sus seis hijos y nueve nietos, dijo la clienta, aprendieron a usar dinero en La Guaria, donde todos siempre pedían los vueltos para confites o helados."¡Viera usted! se la pasan comiendo helados...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR