45 años sin Jorge Debravo

A don Marco lo encontramos en su taller. En una Turrialba que es suya y que recorre con nostalgia de arriba a bajo. El cantón parece hacer lo mismo con él, en un desborde de complicidad que no es extraño, pues mientras otros van y vienen, don Marco se quedó con los suyos.De esa forma venera también las tierras que apadrinaron los encuentros con su amigo, compañero y cómplice de poesía, Jorge Debravo. De eso hace ya 45 años, cuando la muerte pasó sin aviso y le dejó el corazón, las manos y la mente extasiadas de letras, algunas aún sin estampar.Don Marco es un hombre de risa pausada y de ojos alegres, de cabello muy blanco, contextura delgada y cejas negras como carbón.Se coloca sus anteojos y toma asiento en un mundo de televisores de pantallas grandes, medianas y pequeñas. También hay grabadoras y hasta unos cuantos microondas hacen fila para llegar hasta sus manos.Ahí, en el Taller Rodríguez, transcurren sus horas de 9:00 a.m. a 6:00 p.m desde hace unos 28 años, cuando su antiguo lugar de trabajo fue arrasado por una corriente de agua.Vive en el barrio Numa Ruiz, a unos pocos metros del taller. Cuando lo llamamos estaba leyendo La Biblia y 'cuidando los frijoles' para el almuerzo.Con un operación a corazón abierto y 9 infartos, se toma su tiempo para indagar en otros tiempos... en memorias lejanas que resguardan las letras, palabras y vivencias al lado de Jorge Debravo.Su primer encuentro con el poeta fue a los 13 años, cuando Debravo se trasladó desde Santa Cruz a vivir a la par de su casa (al frente de la plaza de fútbol del pueblo).Don Marco se expresa con un cariño fraternal sobre él. En ocasiones se deja conquistar por una anécdota y se permite seleccionar las palabras que harán memoria de aquella intensa amistad.Fueron compañeros en el colegio, aunque Jorge era 6 años mayor que él. Los cuadernos que Debravo nunca tuvo, el lapicero que aún no conocía y la escuela que no había cursado, llegaron a la edad de 15 años.Sus deseos de aprendizaje se hicieron evidentes en sus primeros años de vida. 'Quería aprender, era lo único que quería. Tenía una memoria increíble. Era el cerebro más pavoroso...

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