La afición morada dicta sentencia como pocas

Antonio Alfaro

analfaro@nacion.com

La estrella del partido es un crack , producto de exportación, mago en verde escenario, el David Copperfield del fútbol, merecedor del llamado a la Sele , el Gordo navideño para el Macho Ramírez, actor principal y secundario, capaz de hacer el centro y cabecearlo, candidato a portada por decisión unánime, socio perfecto de la fanaticada, amor 'eterno' hasta que las derrotas los separen.

Cuando vengan los malos días, será culpable, promotor de silbidos, promesa no cumplida, domingo echado a perder, vendedor de papas en la cancha, candidato a enderezado y pintura, entero de lotería que ni terminación pega, culpable eterno hasta que se demuestre lo contario.

Sucede con todas las aficiones, aunque la saprissista es difícil de superar.

La afición morada es capaz de darles alas a sus jugadores favoritos, hacerlos sentir como el último de los Avengers, inspirarlos a más no poder, impulsarlo y hasta meter goles con él. Pocas logran imponerse igual (para bien y para mal). La afición morada es capaz de cortarles las alas a sus jugadores señalados, hacerlos sentir como el Coyote después de fracasar ante el Correcaminos, criticarlos a más no poder, desanimarlos y acompañarlos al banquillo. La confesión de David Ramírez, promesa venida a menos, confirma lo dicho.

Cuando los domingos no son victoriosos, la afición morada no busca sospechosos, encuentra culpables. Y...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR