Albin Picado: De robar auto de juguete a ladrón de flotillas de carros

'Ya tuve toda la fama que quise y no fui feliz, no me sirvió para nada. Ahora soy más de perfil bajo, como debió ser siempre'.

Con esas palabras, comienza esta entrevista Albin Picado Steller, el delincuente más buscado en los noventa por homicidio y robo de autos y quien, ahora, dice ser apóstol.

'Basta con solo decir mi nombre, para que la gente sepa quién fui', agregó.

Picado es oriundo de Las Juntas de Abangares, Guanacaste, y según dijo, su vida sería muy distinta si hubiese crecido en esa zona y no en Alajuelita, San José.

'Lo más peligroso que hubiera llegado a ser en Guanacaste es montador del (toro) Malacrianza o del Chirriche, pero me trajeron a vivir a un proyecto urbanizacional en La Aurora, donde comencé a juntarme con chiquillos malos. No quiero decir que Alajuelita sea mala, pero sí hay malas juntas', apuntó.

'Fue un proceso'. Lo primero que robó fue un carrito de juguete a un compañero de la escuela, recordó. Después, en compañía de sus amigos del barrio, viajaba en bus hacia Cartago o Alajuela, y se devolvía a la capital en bicicleta que sustraía en casas o en la vía pública.

'Fuimos creciendo en la delincuencia; yo no me perfilé como delincuente de un solo tiro. Fue un proceso. Yo estudiaba y trabajaba en un taller de pintura. Comencé cuando dejé la escuela; después, me fui de ese trabajo para dedicarme a robar de forma organizada. Después de la bicicleta me robé un radio de carro, carros y, por último, flotillas que vendíamos tanto dentro como fuera del país', contó.

Cuando cumplió su mayoría de edad, en 1993, el mejor regalo que recibió fue ser llamado el magnate de la delincuencia.

'Llegó el momento en el que si alguien quería hablar conmigo, tenía que pedir permiso. Llegué a estar muy arriba, lo que también significaba que tenía un bloque de búsqueda intentando atraparme. Los enfrentamientos con las autoridades eran más frecuentes.

'Para ese tiempo, se da la lamentable situación en donde le doy muerte a un policía. Todo fue en medio de una cacería policial. Me pegan cinco balazos y yo le pegué dos al oficial. Eso le dio el perfil de defensa, salí bien librado y volví a mis andanzas.

'Ahora andaba con la imagen, con la magia, con la sombra del delincuente capaz, que da terror por haber matado y que es temido por la Policía', dijo.

Agregó que, a pesar de que en aquel momento tenía todo lo que quería, no era feliz. 'Tenía todo el éxito, todas las mujeres, todos los carros de carrera, todas las casas, pero me sentía...

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