Un banco más abierto

Jim Yong-KimVivimos en momentos de oportunidad histórica. Hoy día, más personas viven en economías de rápido crecimiento -más que en ningún momento previo en la historia- y el desarrollo puede producirse en cualquier parte, ya sea en un país mediterráneo, ya sea en un país que emerge de un conflicto o de la opresión, en un país grande o pequeño. Si nos basamos en esto podemos imaginar un mundo en el que miles de millones de personas en países en desarrollo disfruten del aumento de sus ingresos y su calidad de vida. Dadas nuestras experiencias colectivas, éxitos y recursos, está claro que podemos erradicar la pobreza mundial y lograr en nuestro ciclo de vida, lo que durante generaciones ha sido un sueño distante.Mi propia vida y mi propio trabajo me llevan a creer que el desarrollo inclusivo, la inversión en los seres humanos, es un imperativo económico y moral. Nací en Corea del Sur cuando mi país todavía se recuperaba de la guerra; había carreteras sin pavimentar y los niveles de alfabetización eran muy bajos. He sido testigo del modo en que la integración con la economía mundial puede transformar un país pobre en una de las economías más dinámicas y prósperas del mundo. He visto como las inversiones en infraestructura, escuelas y clínicas de salud pueden cambiar la vida de la gente, y reconozco que el crecimiento económico es vital para generar los recursos para la inversión en la salud, la educación y las obras públicas.Cada país debe seguir su propio sendero hacia el crecimiento, pero nuestra misión colectiva debe ser asegurar que una nueva generación de países con bajos y medianos ingresos disfrute de un crecimiento económico sostenible, que genere oportunidades para todos sus ciudadanos.Como cofundador de Socios en la Salud (Partners in Health) y director de la iniciativa para combatir el VIH/SIDA de la Organización Mundial de la Salud, puedo aportar experiencia práctica al Banco Mundial. He confrontado a las fuerzas que mantienen a más de 1.000 millones de personas atrapadas en la pobreza. He trabajado en aldeas en las que menos de uno de cada diez adultos era capaz de leer o escribir, en donde las enfermedades que pueden prevenirse sesgan vidas antes de tiempo, y en las que la falta de infraestructura y capital atrasan a los empresarios. En todas esas aldeas la gente de la localidad sabía que es lo que era necesario mejorar.Lo que debe serPara que los cambios se produzcan hacen falta asociaciones entre gobiernos, el sector privado y la sociedad...

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