'Cada visita a la UCI era como una despedida'

'Señora... tiene que salir', dijo la doctora. Insistió, con más firmeza: 'señora, por favor'.

Estábamos en la sala de shock de Emergencias, en el Hospital Nacional de Niños (HNN). Los médicos debían insertar un tubo hasta los pulmones de Julia, mi bebé de cinco meses, diagnosticada con bronconeumonía por el virus respiratorio sincitial (VRS).

Lo que comenzó como una gripe común cinco días antes, estaba a punto de detener sus pulmones y su corazón.

La intubación se inició el martes 4 de julio, a las 4 a. m. y la gravedad de la condición de Julia nos tomaba por sorpresa. Una semana después, el Ministerio de Salud lanzaba alerta sanitaria por el pico del VRS.

Cuidados intensivos. La intubación de Julia fue difícil; se extendió por más de dos horas. Cuando me dejaron entrar, ella respiraba por un tubo y se alimentaba por otro. Pero sus pulmones no se recuperaban: iba entrando a estado crítico.

Pude verla 15 minutos y luego llegó mi esposo Randall, a quien yo había mantenido al tanto toda la madrugada, mientras él cuidaba a nuestro hijo de dos años y ocho meses .

A él le tocó vivir el traslado de Julia a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Esos minutos fueron el viaje más largo de su vida. Nuestra bebé se deterioraba ante él, y no podía ni tocarla.

Al cambiar de piso le entregaron un carné que tenía un cuadro rojo en la esquina... ¡ Rojo!

Nuestra Julia, nuestra bebé de cinco meses, quien un día antes nos regalaba sonrisas, era ahora una paciente roja en el HNN.

La UCI funciona con precisión milimétrica y la única prioridad es mantener a los bebés con vida y, si se puede, mejorando. Hay cinco horas diarias de visita: dos en la mañana y tres al final de la tarde, solo para padres y abuelos, dos por cada turno. Cada día, cada visita, cada minuto, parece una despedida.

La primera vez que entré a la UCI me costó aceptar la apariencia de Julia en su versión de paciente crítica. Había acumulado líquido en su carita, sus párpados estaban hinchados y en días siguientes se hincharon manos, brazos y los dedos de los pies. No se parecía a ella.

Estaba sedada con morfina. Luego le dieron medicamentos que la paralizaron totalmente. La lengua quedó fuera de su boca y su cara no tenía expresión.

En su frente colocaron sensores para controlar la sedación y en la...

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