China los desafió antes de convertirse en su segundo hogar

La barrera del idioma puede ser más difícil de lo que alguien se imagina, al punto de volver los días tristes y aburridos.Cuando Andrés Alvarado González y Hellen Rivera Monestel, ambos de 31 años, llegaron a China, en setiembre del 2013, apenas tenían una pequeña base del idioma mandarín que aprendieron en el Instituto Confucio, de la Universidad de Costa Rica (UCR).Este matrimonio vivió momentos de angustia cada vez que iba al supermercado o intentaba aplacar el hambre en un restaurante.No es fácil entender un menú o las etiquetas de productos si solo aparecen letras chinas. Tampoco era sencillo conseguir que un mesero les lograra adivinar lo que deseaban comer o les pudiera ayudar con alguna recomendación.¿Por qué es tan difícil hallar productos en los supermercados? Andrés dice que los empaques eran muy extraños para ellos y todo estaba en mandarín. Por eso, cuando encontraban algo que les gustaba, lo seguían comprando por mucho tiempo.Así, pasaron varias semanas comiendo lo mismo todos los días: un plato de arroz con pechuga de pollo. Sin dudarlo, aseguran que esa fue la etapa más difícil en el gigantesco país asiático, y afirman que, ante esa situación, cualquiera puede darse por vencido, sufrir mal de patria y querer salir corriendo de...

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