Columna Competencia Perfecta: Reformas... si, pero cuáles y cómo lograrlas

En la discusión sobre el ajuste en las finanzas gubernamentales y las políticas de reactivación -o, mejor dicho, de recuperación- de la actividad económica es ya un lugar común la referencia a la urgencia de acometer "reformas" que corrijan de raíz las "causas de los problemas" y pongan al día un sinnúmero de "rezagos y tareas pendientes" de naturaleza estructural.Como cualquier lugar común, estas frases están vacías de contenido si no se hurga en detalle acerca de lo que verdaderamente significan para sus proponentes y se contextualizan, tanto económica como políticamente.Un riesgo: las posiciones fiscalistas a ultranza. En medio de un proceso de ajuste, uno de los principales riesgos del discurso reformista es caer en la trampa de pensar que los equilibrios presupuestarios son un fin en sí mismo y, por tanto, los cambios estructurales deben ir dirigidos exclusivamente a corregir las brechas entre ingresos y gastos públicos.Lo contrario es lo correcto: la frugalidad y responsabilidad fiscales son condiciones necesarias, mas no suficientes para asegurar el funcionamiento óptimo y sostenible de lo público, por lo tanto, además de ajustes en las cuentas de ingresos y gastos son necesarias reformas que mejoren el rol económico y distributivo del Estado; y las medidas de austeridad deben, además, procurar no deteriorarlo.¿Cuál es el primer problema? Esas reformas cuestan dinero y por lo tanto parecen disonantes para los obsesionados con la austeridad, pero son necesarias no sólo desde la perspectiva económica, sino que, primordialmente como instrumentos para recuperar espacios de gobernabilidad. ¿Fue un error en los 50 gastar en seguridad social? ¿No se debió, en medio de la crisis de los 80, crear una institucionalidad que apoyara la inserción de la economía costarricense en la internacional? Fácilmente se coincidirá en que no constituyeron errores dedicar recursos y esfuerzos públicos a esos objetivos, como a muchos otros, en el pasado.Más allá de lo coyuntural. Otros problemas por superar, comunes en nuestra política, son la tendencia a pensar que gobernar es sinónimo de administrar y los liderazgos cortos de miras. Es necesario un esfuerzo para abstraerse de lo inmediato y empezar a pensar en los futuros posibles, en cuáles son las necesidades más apremiantes e importantes y tratar de articular las acciones para atenderlas de manera sostenible (temporal y presupuestariamente)...

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