Hasta la comida sabe a ceniza en las fincas de San Gerardo

Unos ocho kilómetros al norte de la entrada al volcán Irazú, en San Gerardo Norte de Santa Rosa, Oreamuno, el volcán Turrialba se ve majestuoso y sus erupciones son vigorosas.

Turistas como la húngara Mirce Andra dijo que llegó a nuestro país atraída por el volcán y calificó como maravilloso el espectáculo que vio el jueves pasado, cuando participó en una excursión al Irazú, sin imaginar que cerca de la entrada a ese parque nacional vería el Turrialba en erupción.

Lo que para ella era fascinante tenía otro significado para Lucrecia Méndez Morales, quien vive con su esposo en la finca lechera Villa Argentina.

Ella nació en esa región y el jueves estaba en su trabajo limpiando el establo techado donde las vacas comían pacas de heno.

Esta madre de tres jóvenes explicó que ella y su marido empiezan la jornada laboral a la medianoche, cuando se levantan y se dirigen a ordeñar vacas con otros peones.

Dice que es tanta la ceniza que ha caído en los últimos días que pasan con los ojos irritados, y picazón de garganta y de nariz.

Ella y su esposo tienen 13 años de laborar en esa lechería; antes lo hacían en fincas cercanas.

Explicó que en su casa optaron por no barrer, porque la ceniza se levantaba por todo lado, y más bien lavan con agua los pisos.

'Mantengo todo tapado, porque las cosas se llenan de ceniza. Hay que estar sacudiendo hasta las cobijas, porque se mete por cualquier rendija', añadió.

La ropa que lava la tiende dentro de la casa y, aunque dura más en secarse, es la única manera de librarse de ese material.

Todo huele a ceniza y hasta la comida les sabe a eso.

Las erupciones ocurren en horarios variados, a veces a la 1 a. m., cuando están ordeñando vacas, y otras veces cae ceniza todo el día.

'Los palos y la montaña se ven grises. Se siente raro; las vacas se llenan de ceniza'.

Su esperanza es que la actividad del volcán no pase a más.

A sus 44 años, dice que no conoce San José, al igual que muchos de quienes viven en ese poblado de unas 200 personas.

Una vez al mes salen del pueblo a realizar compras y lo hacen en Cot o en Cartago.

Con ella coincide Eliécer Sánchez, encargado de la finca vecina, llamada Villa Emilia. Dice que cada vez que el volcán hace erupción, algo cae ahí.

'A veces, me levanto en la madrugada y ya ha caído'.

La lluvia los favorece. La tarde del miércoles, el aguacero fue providencial, porque las precipitaciones lavaron a fondo el zacate.

Cuando las lluvias son débiles, más bien se forma una masa de ceniza en el...

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