Competencia perfecta: Hora de la transparencia y claridad

Una vez más, la harto conocida dificultad para alcanzar acuerdos que ha caracterizado, en los últimos veinte años, al sistema político costarricense amenaza con pasar factura: la probable nueva posposición del proceso de ajuste en las finanzas gubernamentales, esta vez en el marco del acuerdo de facilidad ampliada negociado con el Fondo Monetario Internacional (FMI), producto del poco avance legislativo de las medidas tributarias pactadas con el organismo internacional.¿Qué condujo, nuevamente a este punto? En esta ocasión, primero, la fragilidad, los titubeos, los errores y la falta de empeño de un Ejecutivo débil políticamente, poco convencido de buscar el ajuste a través del mecanismo del FMI debido a sus prejuicios ideológicos y tempraneros guarismos electorales, pero a la vez incapaz de diseñar un ajuste presupuestario e impositivo consecuente con su pretendido progresismo y, sobre todo, muy calculador, al pensar que los resultados fiscales recientes dan para llegar a mayo sin problemas de financiación, sin que se deteriore nuevamente la confianza de los actores económicos y sin costos adicionales en las encuestas de opinión.Pero además, como si las carencias del Ejecutivo no fueran suficientes, una refriega electoral con actores - los partidos políticos y sus liderazgos - poco estructurados, excesivamente oportunistas, desconectados de la realidad y poco reflexivos en sus posturas de política pública y, particularmente, tomados por una visión competitiva de la política basada en el cálculo mercadológico y, en consecuencia, muy proclive a la evasión y a la ausencia de compromisos colectivos; mucho más dedicada al postureo, al mensaje vacío y, sobre todo, a canjear votos a cambio de entregar espacios presupuestarios o de política pública a grupos de interés.El resultado de este triste cóctel político es nuevamente tiempo perdido, afortunadamente en un momento con un poco más de espacios para maniobrar el deterioro de la confianza y el desempeño macroeconómico que los que se tenían en 2018. Pero esto no significa, que no se experimenten costos por esta manía procastinadora, especialmente en crecimiento económico, en espacios de financiación para los hogares y las empresas y, sobre todo, en dos dimensiones particularmente relevantes: la reducción de la inestabilidad y vulnerabilidad macro-financieras - internas y externas - y, particularmente, la construcción de espacios para ganar resiliencia y capacidad de reacción ante los retos...

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