Coyoleras invierten millones para estar en regla

Nicoya, Guanacaste. Quien intente comprar vino de coyol en estos días, ya no encontrará los tradicionales ranchitos de piso de tierra y techo de palma colgados a lo largo de la carretera que atraviesa el pueblo de Nambí, en Nicoya.La llamadacapital del vino de coyolse transformó cuando elMinisterio de Saludordenó a los dueños de esos puestos poner techo de zinc y piso de cemento chorreado si querían seguir vendiendo esta bebida.Cuatro puestos tradicionales fueron clausurados el año pasado por la oficina local de Salud, por no cumplir con las condiciones mínimas para garantizar el consumo seguro del coyol.Solo pocos coyoleros lograron hacer la inversión para mantenerse vigentes en este mercado.Esto explica la razón de que solo dos de los cuatro puestos clausurados sigan funcionando. Uno de ellos es la coyolera Tony.'Tuve que hacer un préstamo de ¢11 millones para levantar la coyolera y cumplir con todos los requisitos del Ministerio de Salud. Me retrasé un poco pues la construcción lleva su tiempo', explicó Antonio Muñoz, el propietario.Este comerciante hizo dos casas: en una se sirve el vino de coyol y en otra gallina achiotada.Inversión necesaria. Aracely Rodríguez es dueña de la taberna El Coyol, conocida como la Coyolera de Chepito...

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