Yo tengo la culpa con la Sub-20

Antonio Alfaro

analfaro@nacion

Esperaba arte, pases de pie a pie, gambetas, vértigo, desbordes, diagonales retrasadas, filigranas, asistencias y, por supuesto, goles. Esperaba mucho.

Esperaba triunfos sin apelaciones, una primera fase sin apuros, aficionados llenos de ilusión con las figuras del futuro y agentes frotándose las manos con los jugadores ticos, sin saber a quién mirar: ¿al delantero?¿al volante?¿al contención? Quizás a todos.

Esperaba mucho de una Sub-20 que se dio el lujo de prescindir de Gerson Torres, la revelación herediana recién contratada por el América.

De mi ilusión y optimismo no son culpables los muchachos, ni siquiera el Popoye Herrera. La culpa es solo mía, aunque sospecho que usted quizás la comparte conmigo.

Me ilusionaba una Sub-20, fogueada, curtida, con 500 entrenamientos -según su técnico-, nutrida por jugadores de la Infantil que en Chile 2015 llegó hasta cuartos de final.

Esperaba más que un equipo incapaz de abrir el cerrojo de El Salvador (0-1), salvado de otro marcador decepcionante tan solo por un magistral tiro libre ante Trinidad y Tobago (1-0) y victorioso ante Bermuda con el favorcito de un autogol de los caribeños (2-1).

Esperaba. Ya no. Curiosamente, no descarto que justo ahora, cuando espero todo (o nada), se dé lo mejor de Costa...

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