Debut entre sensaciones extremas

analfaro@nacion.com

No olvido cómo festejamos en el verano italiano dos acciones que hoy serían si acaso anecdóticas:

  1. Todos nos sentimos orgullosos cuando Héctor Marchena encaró a la estrella brasileña Careca, dejándole claro al mundo que lo labriego y sencillo no quitaba lo valiente. Solo nos faltó bajar a Juan Santamaría de su monumento y hacerle una estatua a la Iguana, como llamaban al contención brumoso.

  2. Roy Myers, un jovencito habilidoso, con ingreso de cambio, hizo una especie de bicicleta, un par de movimientos de piernas y se llevó a uno o dos brasileños. La jugada terminó en nada, estaba lejos del marco, pero el regate y el atrevimiento había sido tico.

A propósito de la asistencia por videoarbitraje, ¡al fin sirvió de algo! Neymar sin duda terminará odiando la tecnología, que en caso de mantenerse, lo delatará a menudo fingiendo faltas, como esa que por poco le depara un penal en contra de Costa Rica.

Volvamos a los pequeños logros en Italia 90. Hoy parecen poca cosa, pero hace 28 años aderezaron una derrota digna, apenas por 1 a 0, con un gol casi accidental, un remate desviado por Mauricio Montero.

Doce años después, en el 2002, en esa especie de destino cruzado entre Costa Rica y Brasil, se dio otra clase de derrota digna. Entonces, con la dicha de estar ahí, en el estadio coreano de Suwon, como enviado del periódico Al Día , no digería muy bien las palmaditas de periodistas uruguayos y argentinos felicitando por el buen juego de los ticos. El 5 a 2 no...

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