Debut entre sensaciones extremas

analfaro@nacion.com

Ni México padece de maldiciones, ni Costa Rica tuvo ángeles, arcángeles y todos los coros celestiales de su lado en Brasil 2014.

'La del quinto partido', más que maldición es mito.

Si México enfrenta en segunda ronda a la Argentina de Messi (dos veces), a la Alemania de Klinsmann y Matthaeus, a la Holanda de Robben y, finalmente, al Brasil de Neymar, a nadie debería extrañarle su despedida prematura, pese a superar la primera fase de manera consecutiva en las últimas siete copas.

Que nadie se ofenda; no es mi intención. Que no se ofendan los mexicanos. Pese a sus muy dignas presentaciones, algunas al borde de lo heroico, definidas in extremis , México aún lleva las de perder ante las grandes potencias. Que no se ofendan los ticos, pero la hazaña del 2014, gestada por una Sele en gran momento, eterna en la memoria y el corazón, también contó con Grecia, un rival menos fiero.

Lo mismo podría decirse de Bulgaria y Estados Unidos, rivales de la selección azteca en la segunda ronda de Estados Unidos 94 y Corea-Japón 2002. Ahí sí, por incapacidad y quizás menosprecio, el equipo mexicano se quedó con las ganas de dar el paso. Aun en ese caso, las explicaciones distan mucho de las llamadas maldiciones.

Si existieran, en todo caso, deberían llamarle 'la maldición del tercer partido'.

No se llega al quinto sin pasar por el tercero, pese a que las grandes cadenas de televisión no suelen pasar por el primero, ni por el...

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