Demanda interna muestra síntomas de una economía lenta

La demanda interna del país ha comenzado a sufrir de los mismos virus que le aquejan al resto de la economía y sus efectos se traducen en la poca capacidad de las personas de consumir y la necesidad del Gobierno de aumentar su gasto.

El consumo interno, conformado por el gasto de los hogares y los gastos del Gobierno, tuvo periodos de estabilidad después del 2009, cuando comenzó la recuperación de la crisis económica.

Sin embargo, hoy las altas tasas de interés, la tendencia al alza de la inflación, el repunte de las devaluaciones y el comportamiento de los precios del petróleo, entre otros elementos, han conseguido que los habitantes tengan menos capacidad para consumir, gastar y endeudarse.

Consumo se estanca

El mejor periodo de los últimos 16 años en términos de crecimiento del gasto de los hogares fue justo antes de la crisis económica, durante el cuarto trimestre del 2017, cuando registraba una variación interanual del 7,70%.

Luego de eso, el gasto pasó periodos de altibajos. Al cierre del 2017 el consumo crecía 2,37% en su variación interanual del tercer trimestre del año, el porcentaje más bajo desde el cierre del 2009, cuando el país estaba apenas logrando recuperarse de la crisis económica.

Hasta el momento, la cifra se ubica por debajo de lo estimado por el Banco Central para el cierre del 2017, que es de 2,6%.

En el otro extremo, el gasto del Gobierno, que también forma parte de la composición de la demanda interna, se comporta a la inversa.

El consumo del Gobierno crece a un ritmo de 3,02% en su variación interanual con datos del tercer trimestre del 2017, la cifra de crecimiento más alta desde inicios del 2014.

El último dato de gasto igual al del cierre del 2017 se dio en el 2010, aunque después de ese año se han tenido crecimientos similares.

La demanda interna resulta un indicador importante en términos de crecimiento económico. Al haber mayor consumo de los hogares, las personas reflejan una mayor capacidad de compra, endeudamiento y consumo de servicios, lo que a su vez impulsa la producción de las empresas y acelera la actividad económica.

No obstante, si las personas tienen menor capacidad de consumo, ocurre un impacto negativo en la actividad económica y el crecimiento.

La composición del gasto también ha cambiado en los últimos tres años, según los datos aportados por el Banco Central.

En el primer trimestre del 2015, del total del gasto de los hogares, 6,1% era invertido en bienes duraderos, 6% en bienes...

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