El día en que Saprissa visitó Alajuela sin alterar la calma

Es domingo 13 de marzo y falta una hora para que Saprissa juegue en Alajuela; sí, en la misma ciudad donde el color morado es visto con recelo absoluto.

El reloj marca las 2 p. m.; las calles que conducen al Morera Soto están despobladas; es la típica tarde dominical después de almuerzo. A esa misma hora, a 176 kilómetros, la Liga está pisando la gramilla del Juan Gobán de Limón. Quizá eso explique el desinterés por lo que ocurre en el sector de El Llano de Alajuela.

En uno de los camerinos del Morera Soto, casi que en silencio, los jugadores de Saprissa se alistan para el duelo ante Carmelita, el modesto club del cantón acostumbrado a jugar con las graderías vacías.

De la Catedral no brotan rugidos, afuera no hay retenes policiales, barras bravas ni huele a estiércol de caballo ante la ausencia de la Policía Montada.

En la entrada principal del Morera, un pequeño grupo de oficiales de la Fuerza Pública charla tranquilamente, tanto que no se preocupan por utilizar el casco blanco de protección; lo sostienen con su mano, casi despreocupados por el pasivo ambiente que les rodea.

¡No parece que Saprissa está de visita en Alajuela!

Como cualquier mortal. El día en que el Morera Soto no fue un hervidero para la S , los morados no tuvieron concentración en un hotel, tampoco escolta de Tránsito ni vigilancia camino al estadio. Tampoco hubo liguistas a la vera del camino esperando el bus para descargar su rencor.

Desde la intimidad del equipo, cuentan que cuando el clásico es en Alajuela, en el sector del aeropuerto Juan Santamaría, se da la orden de cerrar todas las cortinas del autobús como medida de protección. Ahí comienza una especie de 'calle de la amargura'.

Normalmente, el autobús es conducido de prisa para que no sirva de tiro al blanco. La misión: llegar rápido y sobre todo, ilesos.

Allá por el 2008, previo a un duelo contra Alajuelense, una pedrada impactó el bus saprissista e hirió en un brazo a Rónald La Bala Gómez. En la última final en diciembre, Ramón Martín del Campo acabó con 13 puntos de sutura en la cabeza por un botellazo.

El domingo pasado fue diferente. Como cualquier bus de transporte público, la unidad que llevó a Saprissa avanzó sin inconvenientes. Hubo futbolistas que abrieron la ventana para sentir la brisa fresca que soplaba en la Ciudad de los Mangos.

'Cuando venimos a Alajuela usualmente hay dos rutas, una para que llegue directo y la otra, evitando pasar por una zona de bares. Hoy (domingo), el chofer escogía...

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