Un disparo del francotirador morado atraviesa el corazón de la Liga

El disparo fue de francotirador. Silencioso, al corazón, cuando ya el estadio Morera Soto celebraba una faena repleta de sobresaltos, casi heroica después de fallar un penal y de sufrir sin anestesia durante más de 90 minutos. Pero no, Marvin Angulo se colocó al lado de la pelota, con los brazos sobre la cintura; remató con la precisión de un cirujano y la redonda se coló en la portería de Mauricio Vargas.El resultado no mata al León, pero, de nuevo, lo dejó en coma. Alajuelense empató el partido (1-1) que tenía que ganar, en casa, en un estadio abarrotado que se hizo sentir, con un equipo que pecó demasiado en el último pase y perdonó, en el peor momento. La Liga resintió la ausencia de un delantero, como también le faltó solvencia a Saprissa en el eje medular, algo lejos de su propuesta.1-1. Empate, después de un segundo periodo intenso y un primer tiempo para el olvido.La historia tendrá poco que decir de la primera etapa del clásico. Tibio en rompimientos, frío en emociones, helado en ocasiones claras de gol. Quizás se recuerde que ese día debutó Ricardo Espinoza, un delantero alto y espigado, esforzado y luchador, pero de muy poca repercusión en ofensiva; fue el cambio obligatorio ante la ausencia por lesión de todos los delanteros del equipo y solo jugó 45 minutos.Habrá otros morados que guarden en su retina el enésimo cambio táctico de Wálter Centeno en el perfil izquierdo: Randy Chirino, la promesa que hace rato dejó de serlo, se estrenó en el puesto con altos y bajos. A partir de ahí, se puede interpretar poco de un primer tiempo de enormes imprecisiones, deficiencias para cruzar la medular y dificultades de ambos equipos para aproximarse al arco contrario. Pese al control rojinegro, obligado a llevar el peso del juego, el resultado de la propuesta de arranque fue gris; el trazo de la pelota lo determinó la yunta de los López, Alex y Anthony, capaces de juntarse para tocar y liberar al equipo en su propuesta de agredir a la S, pero insuficientes cuando el peso ofensivo es escaso y existen pocas variables para penetrar en el área morada.De Saprissa tampoco resulta fácil destacar algún elemento diferenciador, aparte de que, esta vez, no sufrió tanto en salida como sí sucedió en sus últimos cinco partidos; en parte porque la presión manuda no ofreció mayor coordinación. Fue justo cuando el silbatero central, Juan Gabriel Calderón, reanudó el partido, que el juego pintó de otro tono. El segundo periodo comenzó con 10 minutos...

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