'Por las drogas, perdí a mi hijo y mi paz'

Marta tenía una prima que fumaba, y el olor del cigarrillo siempre le había llamado la atención. Cuando tenía 13 años, lo probó y, aunque le gustó, no volvió a fumar.

'Era más una travesura', afirmó.

A los 16 años, en una reunión con sus amigos, volvió a fumar. Empero, en aquella fiesta, no solo aceptó varios cigarrillos, sino que probó por primera vez el alcohol y la marihuana, sin imaginar que, para quitarse aquellos vicios, tardaría más de 11 años.

'Fue en un solo momento. No pensé en que eso me podría causar algo malo', narró Marta, hoy de 27 años, quien pidió que no se revelara su verdadera identidad.

Cuando se percató de que esas tres sustancias la hacían olvidar desde los abusos sexuales que sufrió cuando era niña hasta la muerte de su abuela -quien, en realidad, era como su mamá- comenzó a refugiarse cada vez más en ellas.

'Esto me adormecía, me hacía disfrutar mucho el momento. Era como que me ayudaba a olvidar todo lo malo que me había pasado: como un remedio, que empecé a necesitar muchísimo', contó.

Primeros pasos. Mientras en el día trabajaba administrando una cadena de farmacias y estudiaba en la universidad, en las noches consumía yerba.

El hecho de que comenzó una relación con un muchacho que también se drogaba, en el 2012, empeoró la situación. 'Cuando estábamos juntos, solo fumábamos. Se volvió algo diario', dijo.

Durante los tres años de relación, Marta notó que su pareja iba más allá: también inhalaba cocaína. 'Cuando estuve con él, nunca le hice a eso, porque me daba como cosilla'.

No obstante, ese miedo se convirtió en curiosidad cuando descubrió que él le era infiel con una mujer que sí consumía coca. 'Lo que quería saber era qué provocaba esa droga, pero, en el momento, lo que hice fue entregarme aún más a la marihuana', detalló.

Durante varios meses del 2015, esquivó aquellos deseos de probar el polvo blanco, pero una noche, mientras caminaba por Palmares (Alajuela), se encontró con unos amigos que le pusieron esa sustancia en la mano. Ella cayó.

Desde entonces hasta abril pasado, no solo consumió cocaína, sino alucinógenos.

Cambios negativos. Hasta el 2015 y pese a ser una consumidora activa, había logrado mantener en secreto su adicción. Su familia no lo sospechaba y, en su trabajo, tampoco se sabía.

'La marihuana es muy relajante, entonces no es como que se tenga un cambio de comportamiento notorio. Siempre llegaba a dormir a la casa, no tenía problemas con mi mamá y seguía trabajando'.

Empero, con la cocaína, su...

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