Economía del 2018 evidenciará más secuelas del déficit fiscal

Por seis años consecutivos, la economía nacional arrastró una enfermedad, sin que la población sintiera sus efectos.

Se trata del alto y persistente déficit fiscal, que surge porque el Gobierno gasta más de lo que recibe por impuestos.

Los medicamentos que ingenió el Ministerio de Hacienda permitieron mantener al paciente sin dolor, pero ya no es sostenible. En el 2017 se comenzaron a mostrar las lesiones de tantos años de enfermedad y para el 2018 se agudizarían.

Al igual que un hogar, un Gobierno no puede vivir indefinidamente de prestado, pues la deuda se acumula y los intereses son un gasto cada vez mayor.

En esa situación está el Gobierno Central (incluye principalmente las finanzas de los tres poderes) cuyo déficit ya alcanzó este año el equivalente a un 5% de la producción, igual a la cifra total del 2016.

Las lesiones se comienzan a ver. El 14 de diciembre pasado el Ejecutivo no logró obtener los préstamos suficientes para pagar a tiempo los salarios a 132.000 empleados públicos.

El ministro de Hacienda, Helio Fallas, advirtió de que la reprogramación de pagos solo muestra una pequeña parte del problema fiscal que atraviesa nuestro país.

En agosto, el Gobierno ordenó a los ministerios frenar todas las contrataciones de bienes y servicios que se financien con recursos internos, como parte de las medidas para afrontar la crisis de liquidez en las finanzas públicas.

Esta decisión afecta no solo a las instituciones que atraviesan dificultades para abastecer su operación normal, sino también a las empresas que le venden al Estado.

Otra secuela de la enfermedad se empieza a reflejar en las tasas de interés. Aunque Hacienda ha hecho todo lo posible por no subirlas, no le ha quedado más camino que comenzar a hacerlo, como sucedió en la subasta del jueves 21 de diciembre anterior.

Un alza de tasas golpea los hogares con créditos para vivienda y consumo, por ejemplo; pero también hace menos rentable los proyectos de inversión de las empresas, que son obras que podrían ayudar a atacar el alto desempleo.

Parte de estas secuelas se ven en una producción que cada vez crece menos.

Esto, en una coyuntura en que también las tasas de interés en dólares van al alza por los incrementos que está realizando la Reserva Federal de EE. UU.

El déficit alto y persistente también implica que el Gobierno necesita cada vez más recursos del total que hay disponible y, por lo tanto, deja cada vez con menos dinero al sector privado para producir.

La incertidumbre...

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