Editorial Tragedia fiscal

En esta edición publicamos un reportaje sobre los presupuestos nacionales aprobados en las últimas tres administraciones. Dos cosas quedan claras. Primero, el nivel real de gasto casi se ha duplicado en los últimos 12 años. Segundo, los gobiernos de Solís, Arias y Chinchilla, en este orden, han contribuido al crecimiento del gasto del Gobierno Central. Se puede discutir quién más y quién menos, pero las tres administraciones son corresponsables.

Esta duplicación del gasto en los tres últimos gobiernos no representa a primera vista una tragedia para la economía nacional. Sin embargo, se convierte en una tragedia si tomamos en cuenta que el ciudadano no siente que los bienes y servicios derivados del Gobierno Central se hayan duplicado o que el impacto de la duplicación del gasto haya mejorado en forma sensible su bienestar.

En los últimos 12 años no se construyeron grandes obras públicas de infraestructura para mejorar el bienestar de la ciudadanía y la competitividad del sector empresarial. Sí se ha aumentado la cobertura del sistema educativo, pero no hay cambios dramáticos en la calidad de la educación, tampoco mejoras dramáticas en las condiciones de la seguridad ciudadana.

Lo que sí hay es un aumento en el tamaño de la burocracia y especialmente un incremento extraordinario en las remuneraciones de esta. Pagar altos salarios a los funcionarios públicos no es un mal negocio para el país, pero estos no se hicieron con sistemas de incentivos y de evaluación del desempeño; se hicieron al calor de la presión gremial y de la irresponsabilidad de la alta jerarquía política. Simplemente se hicieron como una forma de repartir rentas a cambio de nada. En síntesis, el mayor gasto en salarios del Gobierno Central fue como echar agua en un canasto.

La duplicación del gasto del Gobierno Central en los últimos años no se financió con nuevos impuestos. Se hizo con déficit y deuda. Esta estrategia nos llevará a un saldo de deuda del Gobierno Central del 50 % del PIB en el 2018. Esto pone en riesgo la estabilidad de la economía nacional. Hasta el presidente Solís, en forma torpe, salió a anunciar algo muy cercano a la cesación de pagos por parte de la Tesorería Nacional.

También el déficit fiscal pone en riesgo el crecimiento económico del país. Hasta ahora buena parte del déficit fiscal se ha financiado con ahorro externo, con lo cual se evitó una contracción del financiamiento al sector privado. Sin embargo, a partir del presente año, con el aumento de...

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