Al elaborar horarios escolares, piense en balance y en juegos

A partir de mañana, Gabriela Vieto, vecina de Curridabat, se convertirá en la chofer a tiempo completo de sus hijos de 4, 9, 14 y 16 años.Además de las obligaciones propias de su trabajo y las carreras cotidianas por llevarlos y traerlos de los centros educativos, Gabriela sabe que, en las tardes, de lunes a sábado, debe hacer malabares para que todos puedan asistir a los diferentes cursos en los que ellos se han matriculado.El más pequeño está en clases de natación, la de 9 años va a jazz y ballet , la de 14 recibe hip hop , y el de 16 practica tenis.Sus hijos mayores, además, llevan clases de inglés una vez por semana, cada 15 días asisten a grupos de espiritualidad, y a diario deben organizarse para hacer tareas o estudiar para los exámenes.'Solo los viernes no hacemos nada porque aprovechan ese día para salir con sus amigos. Los sábados tienen ensayo de la banda, y los domingos siempre es familiar y vamos a misa', resume esta madre, cuya rutina, durante el curso lectivo, comienza a las 4:45 a. m. y concluye casi a la medianoche.Gabriela Vieto asegura que termina 'agotada pero satisfecha'.La psicóloga clínica Dyalá Castro Cabezas sostiene que, a la hora de establecer horarios para niños y adolescentes, lo más importante es buscar el balance en el periodo de clases.Castro cree que los padres deben procurar que sus hijos, además de cumplir con la jornada escolar, tengan espacios para descansar, alimentarse y hacer ejercicios (mínimo, una hora al día).Adicionalmente, sugiere que haya momentos para jugar, utilizar aparatos electrónicos (un máximo de dos horas), socializarse, departir en familia, estudiar...

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