Escasos controles en reserva indígena favorecen a los narcos

Talamanca.- Por los cerros y montañas de Alto Telire, en este cantón limonense, los traficantes de marihuana se mueven sin restricción unas 49 semanas al año.Las otras tres se ocultan por la llegada de equipos policiales que hacen su incursión, semestral o trimestral, en un intento de acabar con los cultivos.Según documentos de la Procuraduría General de la República, la reserva indígena Cabécar-Telire se extiende por 16.260 hectáreas de terreno agreste, lleno de trillos y escondites.Esta es una de las grandes ventajas que tienen los narcos frente a los agentes de la Fuerza Pública y la Policía de Control de Drogas (PCD), quienes se organizan para los esporádicos ingresos.No existe en el país un grupo dedicado a la vigilancia constante de estas montañas.Como ocurre con el recurso humano, tampoco hay helicópteros exclusivos para la tarea, a pesar de que las autoridades saben que la siembra es permanente.Incluso los helicópteros que sirven a la Policía, se vuelven cómplices de los que cuidan y cargan con la droga, pues el ruido los alerta del visitante y les da tiempo para evitar posibles capturas.Los agentes solo llegan a cortar y quemar plantaciones, aunque saben que en pocos días volverán a crecer.La venta de marihuana, a ¢200.000 el saco, ya se volvió atractiva para los indígenas que sacan la mercancía hasta poblados cercanos. Ahí llegan los compradores que luego la distribuyen para el resto del país.Solo en dos ingresos este año a Alto Telire, se destruyeron 500.000 matas de marihuana.'Como parte del arsenal policial, uno de los elementos a incorporar en esta zona es la sustitución de cultivos mediante un pago diferenciado en...

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