A la Fedefútbol se le acabó ese cuento

Antonio Alfaro

analfaro@nacion.com

Resulta que el Lobo Feroz era amigo de la Caperucita, pero a la abuela amargada no le gustaban las mascotas. También dicen que a Pinocho no le creció la nariz por decir mentiras. Era Geppetto el mentiroso. Después de tomar el palo de escoba de su esposa para terminar la cara del muñeco, encontró muy fácil inventarse aquello de 'le va a crecer la nariz'. Parece, además, que el Lobo de Los Tres Cochinitos jamás pretendió derribar sus casas. ¡Todo lo contrario! Como se venía una tormenta, el pobre llamó a la puerta muchas veces en busca de refugio, pero los cerdos esos, marranos engreídos, no quisieron abrirle. Por último, le dijeron que la puerta estaba trabada, pero que podía colarse por la chimenea (con el ya conocido caldero hirviendo a su espera).

Solo falta que en el mismo compendio de clásicos, aparezca que en la Federación Costarricense de Fútbol, nadie, nunca, jamás de los jamases, participó en los delitos de Eduardo Li, ya sea como cómplice o como testigo cuyo pecado es callar. Ese cuento no me lo creo, así lo escriba Hans Christian Andersen (el de El Patito Feo y La Sirenita).

Ya era hora de que alguien en la Fedefútbol mostrara congruencia con el discurso de transparencia, que hasta hace unos días sonaba a cuento de hadas. Después de meses apelando al deseo de mantenerse al margen, en el caso de Eduardo Li...

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