Fútbol -Vida

Jacques Sagot

jacqsagot@gmail.com

Como sabemos, el fútbol es una metáfora, una recreación lúdica de la vida. ¿De qué manera? De mil maneras, una de ellas preeminente. En un partido de fútbol, el jugador tiene que estar tomando decisiones a ritmo vertiginoso. Con cada bola que recibe -¡y aun si juega sin balón, y se limita a seguir el curso de la acción!- debe tomar una decisión. El problema es este: solo existe, por definición, por principio, una 'mejor decisión'. La demás podrán ser buenas, malas, mediocres, brillantes, desastrosas, pero, en todo caso serán menos que mejores. Porque, de nuevo, 'mejor' solo hay una: todas las demás decisiones están por debajo del discernimiento óptimo, y representan una degradación del juego. ¿No es esta, también, la esencia y dinámica de la vida?

¿Driblo? Y si driblo, ¿lo hago por la derecha o la izquierda -aun en el caso de que decida hacerle al rival un 'túnel', tengo que eludirlo por un lado u otro: ¡brincármelo no es una opción!- Y si no driblo, ¿lateralizo el juego, lo retraso, lo acelero, me arriesgo al pique con balón controlado, lanzo un centro al área rival, enhebro una pared o una triangulación, me animo a buscar el disparo de media distancia? A cada nanosegundo, el futbolista se ve en el predicamento de tomar una decisión. Esta puede ser 'la gran jugada' del partido, o una debacle técnica...

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