Genes dan pistas a biólogos ticos contra extinción de especies

Los genes no solo explican cómo se ve un organismo; también pueden revelar las enfermedades que este acarrea de generación en generación y si su especie está en vías de desaparecer.

Los investigadores que trabajan en el Laboratorio de Genética de la Conservación, ubicado en la Escuela de Biología de la Universidad de Costa Rica (UCR), lo saben y, por ello, buscan pistas en esos genes que les permitan entender mejor por qué las poblaciones de determinada especie se están reduciendo o, en el peor de los casos, extinguiendo.

Esa información genética puede cruzarse con otros datos sobre historia natural, comportamiento y hábitat para tener un panorama más amplio y así recomendar a las autoridades medidas de manejo e, incluso, comprobar que estas realmente funcionan.

Para Gustavo Gutiérrez, director del laboratorio, los estudios de genética para la conservación sirven para sustentar, científicamente, políticas de reproducción y liberación de especies; en cuáles casos es una opción válida y en cuáles no debería hacerse.

También, la información genética ayudaría a establecer zonas prioritarias de conservación, restauración y creación de corredores biológicos, en función de especies clave.

Actualmente, los seis biólogos del laboratorio investigan monos, lapas rojas, tortugas marinas, dantas y, por supuesto, felinos como pumas y jaguares.

Delatados por su sangre. Los monos fueron losprimerosen estrenar este laboratorio en el 2002.

A partir de muestras de sangre, cuya toma obligaba a Gutiérrez a subirse a los árboles y anestesiar a los animales, se realizaron análisis genéticos.

El resultado: los monos congo ( Alouatta palliata ) presentaron la variabilidad genética más baja en América. Esa baja variedad de genes reduce la capacidad de adaptación de la especie, los animales tienen menos resistencia a las enfermedades y menos vitalidad reproductiva.

'¿Qué pasó? Pudo haber sido que los monos llegaron al país con niveles bajos de variabilidad genética y, por alguna razón, no se han recuperado, lo cual podría también asociarse a la fragmentación del hábitat.

'Otra hipótesis es que esa baja variabilidad genética se asocia a episodios fuertes de epidemias vividos en los años sesenta, principalmente debido a la fiebre amarilla. En esa época también sucedió una serie de catástrofes naturales que pudieron haber afectado las poblaciones y estas aún no logran recuperarse', comentó Gutiérrez.

Actualmente, el laboratorio cuenta con 500 muestras de las cuatro...

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