Gente mata a las serpientes solo por temor

De las 139 especies de serpientes que existen en Costa Rica, solo 22 son venenosas.

Sin embargo, por el temor o por falta de información, algunas personas deciden eliminarlas, sin tomar en cuenta que esto tiene un impacto negativo sobre los ecosistemas, al ser estas depredadores esenciales.

Mucha gente también desconoce que aunque el país registra 540 mordeduras de culebras al año, en realidad, la mortalidad por esta causa es muy baja. En humanos es apenas del 0,01% por cada 100.000 habitantes.

Si bien no se sabe con exactitud cuántas serpientes hay en Costa Rica, en los últimos años los expertos han notado una disminución preocupante de estos animales.

Según ellos, las culebras son beneficiosas para el ser humano porque ayudan a controlar plagas en los cultivos, principalmente las de ratones. Algunos roedores transmiten enfermedades, por lo que estos reptiles permiten mantenerlos a raya.

Al no saber diferenciarlas, el ser humano suele acabar con serpientes no venenosas que a su vez son depredadoras naturales de las venenosas. Entre ellas, la zopilota que se alimenta de la terciopelo y es inmune a su veneno.

Al exterminar a las culebras, también se está dejando sin alimento a otros animales, como es el caso de aves y felinos.

'Matar serpientes por matarlas es contraproducente; rompemos el equilibrio de la naturaleza', comentó Fabián Bonilla, investigador del Instituto Clodomiro Picado de la Universidad de Costa Rica (UCR).

Además, el ser humano está alterando el hábitat de las serpientes. El cambio en el uso del suelo y la deforestación está generando más bosque secundario, el cual es ideal para la terciopelo (causante del 50-70% de las mordeduras en el país) y menos bosque primario que es hábitat de la matabuey.

'Estamos beneficiando a unas y desplazando a otras', dijo Bonilla.

¿Sabe diferenciarlas? Carlos Rivera es fotógrafo y autor del libro Serpientes, guía ilustrada para Costa Rica (2015), que procura enseñar a las personas a identificar especies venenosas (víboras) y no venenosas. 'No es que con leerlo ya la persona se hace herpetóloga, pero sí podrá diferenciarlas', dijo Rivera, quien contó en esta obra con la revisión del científico Jesús María Jiménez.

La forma de las escamas en la cabeza, la presencia de la foseta loreal (un segundo orificio aparte del nasal), y una cabeza 'como de diamante', son algunas claves para distinguir a las víboras.

'La foseta loreal es un orificio entre el ojo y la foseta nasal, que le sirve de...

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