Giancarlo González: El soñador que emergió de sus lágrimas

Ella lo miraba sufrir en el fondo de la habitación, atrapado por el dolor, viendo por la tele los partidos del Mundial Sub-17 Perú 2005.Giancarlo González Castro había quedado al margen de ese certamen por causa de la rotura del tendón de Aquiles de su pie izquierdo.La lesión había sido accidental, fuera de la cancha. Ocurrió días antes de que el muchacho saltara al césped internacional con el gafete de capitán de nuestra Selección.Como una daga, un pedazo de vidrio había trozado su pie izquierdo, justo en el tendón de Aquiles, lesión que se agravó y que lo sacó finalmente de la nómina tricolor que dirigía Geovanny Alfaro.En su fuero interno, el chico estaba convencido de que jamás volvería a jugar. Por eso su madre, Elsa Castro, a hurtadillas, lo veía llorar en la oscuridad de la habitación. Y aquella escena le partía el alma.'Dios mío, ilumíname. ¿Qué le puedo decir a Gianca para que retome su fe?', recuerda doña Elsa.Mientras, en el comedor de la vivienda de los González Castro, en Calle Fallas de Desamparados, se instala un largo silencio de evocación y nostalgia.Entonces, continúa su relato doña Elsa, el Creador le otorgó el verbo...'Gianca, ¿has visto cómo los artífices someten el oro al fuego, lo funden y lo convierten en una joya preciosa? Eso, mijito, es lo que hace Dios con usted'.Los del barrio. El fútbol es un deporte universal por excelencia. Más que por su belleza escénica, es multitudinario porque une a ricos y pobres detrás de un balón, en pos de afanes y sueños por cumplir.Andy Cortés suele entrar directo, sin llamar a la puerta, en el hogar de don Roberto González , de su esposa doña Elsa y de Julie y Roberth, los dos hermanos de Giancarlo.Lo hace porque Andy es el mejor amigo del hoy zaguero central de la Selección mayor, y uno más de los 15 o 20 'carajillos' de Calle Fallas que jugaban con él en el barrio.Cuenta Andy que cada vez que Giancarlo tiene chance de volver a Calle Fallas, los del barrio se juntan en la casa de los González, compran refrescos y golosinas y se dan la gran fiesta entre risas, anécdotas y el recuento de viejas travesuras.'De chiquillos nos subíamos a un árbol cercano a comer maní o cualquier cosa que comprábamos con los viáticos que ya le daban a Giancarlo en el infantil de la Liga', comenta Andy.'En una de esas...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR