La gran apuesta de la Reserva Federal: el exceso de mano de obra

Larry Hatheway

L ondres. Estas últimas semanas, la Reserva Federal de los Estados Unidos transmitió confianza a los mercados, al adoptar una estrategia más gradual para la normalización de la tasa de referencia. Las últimas declaraciones públicas de su presidenta, Janet Yellen, fueron más conciliadoras de lo que se esperaba. Y, en la reunión de la Reserva Federal, a mediados de marzo, se sugirió que en 2016 habrá dos alzas (en vez de cuatro) de la tasa por un cuarto de punto porcentual.

En respuesta, los inversores salieron a vender dólares, subieron las cotizaciones de bonos públicos estadounidenses y acciones, y hubo una subida de precios de commodities y títulos de mercados emergentes.

A primera vista, lo que sucedió es curioso porque la decisión de la Reserva Federal parece ir a contramano de signos de que la inflación en Estados Unidos se está acelerando. Si como algunos insinuaron, el cambio de actitud fue en respuesta a una preocupación por el crecimiento global, entonces la recuperación de activos de riesgo (sobre todo los commodities y los mercados emergentes) no tendría sentido. Pero detrás de estas aparentes incoherencias hay una explicación lógica, que gira en torno de una apuesta potencialmente arriesgada de la Reserva Federal.

Antes de entrar en detalles, detengámonos a considerar otras posibles explicaciones de la recuperación de los mercados. La primera hace hincapié en las políticas de flexibilización monetaria del Banco Central Europeo y el Banco de Japón. Pero las tasas negativas y el aplanamiento de las curvas de rentabilidad deterioran las ganancias de los bancos; el vínculo entre políticas monetarias extraordinarias y crecimiento o inflación sigue siendo tenue; y es indudable que a estas alturas, la eficacia de la política monetaria está sujeta a rendimientos decrecientes.

Otra explicación habla de una decisión de los países de la OPEP de restringir el suministro de petróleo, y asegura que esto ayuda a sostener sus precios y, con ellos, a los productores norteamericanos que operan con costos elevados. Pero en este razonamiento, hay más de correlación que de causación. No hubo una decisión de la OPEP de recortar la producción, y solo un puñado de sus miembros acordó su congelamiento. Una auténtica reducción de la oferta global excedente deberá esperar a una caída de la producción, a medida que los pozos en explotación, privados de inversiones, se agoten.

Una razón más creíble para la recuperación de los mercados es que...

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