El mercado de humo del fútbol nacional

Me hablan de vendedores de humo, por aquí y por allá, como si fuese el oficio de moda. Supongo, existe un gran mercado, con sus pasillos y callejones, comerciantes voceando esto y lo otro: "¡A dos por ¢1000 el frasco!".No hay quién se salve de la etiqueta. Dicen que vende humo el Paté, que vende humo Matosas, que vende humo Ocampo, que vende humo Jafet, un juicio que anda en el límite entre la crítica y el irrespeto. Lo evito.Wálter Centeno, por ejemplo, de quien expreso amenudo críticas y reconocimientos, vende su idea. Si me gusta o no, es otra cosa. Si la compro completa o solo parcialmente, también. Vende un estilo en el que cree.El vendedor de humo, en cambio, truhan, labioso, sabe que el frasco está vacío. Centeno, no. No hay humo en defender lo propio, más allá de aquella vez en que intentó empaquetarnos un video del City y uno del Saprissa (él sabe la diferencia).Si él cree que vale la pena perder la bola en salida y concederle al rival un par de opciones ¡cortesía de la casa!, por defender un estilo, será su mérito o su error, según los resultados. A Herediano le regaló tres opciones y aún así se llevó el partido. No hablemos del arbitraje.En contraparte, Saprissa está mostrando algunas asociaciones interesantes en el último cuarto de cancha, donde más cuesta, con el arribo al área de volantes y rápidas combinaciones (revise los últimos dos goles, ante Herediano y Pérez, con asistencia de Leal en uno y gol de Angulo en el otro).Sigamos por otros pasillos: ¿Vendió humo Fernando Ocampo cuando pretendía ganar hasta la Copa Chinamo? ¿O vende humo Jafet Soto al advertir que ‘el tigre anda suelto’? ¿No son simples deseos con un poco de sazón?No me siento cómodo —insisto—...

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