Messi nunca será Maradona

analfaro@nacion.com

El talento lo tiene. La gambeta, el desequilibrio, el pique, la pelota atada al pie, la conducción, la velocidad, la definición. Quizás menos fuerte, pero más escurridizo, a Messi no lo alcanzan las patadas que Maradona soportaba. Messi incluso es capaz de calcar cualquier gol de Maradona. Capaz de tomar la pelota en el medio campo, desparramar en el camino a todos los oponentes, eludir la barrida, zafarse del agarronazo, correr unos 55 metros en 11 segundos, eludir al arquero y definir, duplicó el mejor tanto del exídolo.

Messi es igual o mejor, pero nunca será Maradona. Lo compruebo en primer plano, cabizbajo, escondido, callado. Su gesto, una vez que levantó la cabeza, no era mejor que la mirada clavada en el piso; propio de un pésame, capaz de igualar a la mejor María Magdalena, poco favor le hizo a Argentina. Pensará usted que describo el consumado 4 a 3 ante Francia, cuando se trata en realidad del ídolo nada inspirador justo después del 3 a 2, a falta de media hora para el final del juego. No imagino a Maradona con semejante pose derrotista. Me lo figuro gritando, puteando (perdone usted el castellano), metiéndole coraje al resto de compañeros, enfadado, pidiendo la pelota para mover de inmediato, con la confianza de un no pronunciado 'esto yo lo empato'. Messi tenía cara de 'estamos perdidos'.

'Que no jodan más con lo de líder, el pibe no lo es', argumentó Maradona en defensa de Messi...

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