Teatro Nacional: invaluable joya de arte

Como bordado con hilos de oro europeo se ve, 115 años después de su inauguración, el Teatro Nacional de Costa Rica, en medio de la turbulenta capital josefina.Su piso, columnas y escalinatas son italianos, de fino mármol de Carrara. Sus puertas y cristales son franceses, sus portones y verjas de hierro, belgas.Quienes lo decoraron, casi todos europeos, plasmaron la insignia italiana en la mayoría de pinturas hechas en lienzo y en las esculturas de mármol impecable.'No todo lo que brilla es oro, pero acá en el Teatro Nacional, sí. Eso que se ve dorado, son láminas de oro de verdad', dijo, risueño, Jeffrey Meza, guía de turistas.Las estatuas más representativas son las tres que decoraron la cúpula durante más de un siglo.Sin embargo, para evitar que sufrieran daños irreversibles en la intemperie, fueron trasladadas dentro del Teatro en 1990, y sustituidas por réplicas -hechas por mexicanos - de cemento blanco, resina y polvo de mármol.La idea de crear esta joya arquitectónica surgió de la oligarquía cafetalera, pero se materializó gracias a los impuestos que pagó la clase obrera. A fin de cuentas, los 'pobres' sacaron de sus bolsillos 95 por ciento del costo.Aun así, esa clase obrera con costos lo aprovechó; el 'milagro' sirvió de aposento solo a la élite.El proceso para levantar el Teatro Nacional tardó siete años -desde 1891 hasta 1987 - y hoy, su costo es invaluable.Con tal de conservar al máximo el aspecto original de la fachada, los encargados deben retocar casi todos los días cada detalle.William Monge, coordinador de Conservación y Restauración del...

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