No importa: En autobús a Rusia

Amado Hidalgo

hidalgo.amado36@gmail.com

Aunque ahora le resulte difícil de entender, lo ocurrido a Paulo César Wanchope será para su bien. La primera vez que escribí sobre él como seleccionador, apunté que lo habían mandado a la hoguera, en un país con la mitad en su contra y sin la experiencia suficiente para asumir el cargo.

Su explosión en Panamá ratifica que la presión lo estaba consumiendo. No me alegro de que se haya ido así, porque es una gloria futbolística y un hombre de buenas intenciones. Pero es para bien suyo y de todos.

Podrá volver a la Selección, cuando queme etapas en clubes y tenga una hoja triunfal. Tiene gran mundo como jugador, fue asistente del ciclo más exitoso de la Tricolor , y me parece lo suficientemente inteligente como para conseguir estrellas. Si fracasaba en la próxima eliminatoria, no habría más allá en su carrera.

Literalmente, fue un golpe del destino aquel episodio nocturno. Lo salvó de su hoguera, a la que lo enviaron quienes pensaron que era su hora. Su tiempo no había llegado y, lastimosamente, fue un pleito de graderío lo que encauzó las agujas del reloj.

Ahora es el tiempo de Óscar Ramírez. También llega con un país dividido: los saprissistas y heredianos, en su mayoría, no lo quieren, porque les hizo pasar malos ratos desde el banquillo alajuelense. Lo acusan de ser muy defensivo, dueño de una flotilla de autobuses, especulativo y timorato.

Pero es el indicado. Los partidos...

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