Con nuevo ímpetu

Todos los inicios están llenos de esperanza. Así un nacimiento. La germinación de un campo. La inauguración de una empresa. El inicio de un curso lectivo. Estrenar una casa. Formar una familia. La magia de lo nuevo es que podemos imaginarlo libre de lastres, gravámenes, carlancas que tanto desalientan.

Se inaugura un nuevo gobierno. En las ceremonias, en los discursos, en los juramentos, se respira un nuevo impulso, un ímpetu inédito, el cual podría ser real o podría ser imaginario. Si fuera real, haríamos bien en corresponder personal y comunitariamente a él. Si fuera imaginario y correspondiéramos personal y comunitariamente a él, contribuiríamos a darle algo de realidad. Por tanto, en un caso o en otro, está claro lo que deberíamos hacer.

Esta sensación de novedad, de expectativa, este barrunto de la mente comunitaria de que algo nuevo podría estarse asomando, constituye un brote de energía. Podemos dejarlo ahí, como existen tantos caudales en lo alto de los montes, a los cuales no hacemos pasar por la debida turbina para convertirlos en acción. O podemos hacer un ejercicio comunitario de microgeneración: cada quien colocando una turbina que haga posible que esa energía se transforme en acción.

Ha dicho el presidente que 'esta empresa de...

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